Sabemos que el verano está cerca cuando regresa el único festival que no te puedes perder
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En la fiesta Stuart Ball del Palacio de Buckingham, el artista Eugene Lami pintó la tercera fiesta de disfraces organizada por Victoria y Alberto. El evento, que tuvo lugar el 13 de julio de 1851, estaba basado en el reinado de Carlos II, y tanto los vestidos como los bailes fueron del siglo XVII
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Un símbolo de su amor a lo largo de los años son las piezas que forman este conjunto de joyas, todas regalos que Victoria recibió desde 1839 a 1846. Son regalos que van desde su compromiso, cuando Alberto le entregó un broche de oro y porcelana con la forma de una flor de naranjo, hasta febrero de 1846, cuando este conjunto de joyas fue completado con el una corona, como regalo de aniversario. Victoria lució piezas de este set de joyas en cada aniversario de boda que celebró con su marido, antes de que muriera, en 1861
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En este retrato, el artista de la corte Franz Xaver Winterhalter pintó a una joven y moderna reina Victoria. En su diario, ella se refería a este retrato como “el cuadro secreto”, y era una sorpresa para regalarle al príncipe Alberto por su 24 cumpleaños. Fue colgado en la sala de espera del Príncipe del palacio de Windsor y Victoria lo llamó “el cuadro favorito de mi querido Alberto"
Coronación como reina de Gran Bretaña

Guillermo IV murió el 20 de junio de 1837; en mayo de ese mismo año la princesa Victoria había alcanzado la mayoría de edad. De ese modo pudo emprender su gobierno sin regencia desde el primer momento.
Ella misma describió la forma en la que supo que se había convertido en la soberana del Reino Unido: su madre la despertó con el anuncio de que el arzobispo de Canterbury y Lord Conyngham habían llegado a verla.
Luego, Victoria fue informada sobre el deceso de su tío y que, en consecuencia, ella era la nueva monarca británica.
Su primer deseo como reina fue tener una hora a solas diariamente, algo que el sistema Kensington no había permitido para la joven Victoria en toda su vida. También solicitó que su cama ya no estuviese dentro de la habitación de su madre.
Tres semanas después de ejercer su puesto como soberana tomó residencia junto con su madre en el palacio de Buckingham. Allí expulsó a Conroy de su personal, aunque él continuó trabajando para su madre, quien quedó restringida a un área lejana de la que ella ocupaba en el palacio.
Con la actitud de rechazo tanto para su madre, la duquesa de Kent, como para Conroy quedó confirmado que el sistema Kensington había sido un completo fracaso.
Primeros años de gobierno

En los inicios del reino de Victoria, el primer ministro inglés era William Lamb, vizconde de Melbourne. Ambos forjaron una fuerte relación tanto de amistad como de trabajo, puesto que la reina lo respetaba mucho y seguía sus consejos.
Melbourne fue uno de los grandes mentores de la reina Victoria en asuntos de política y relaciones exteriores. El vínculo entre ambos llegó a ser comparado con el que puede tener un padre con su hija.
Últimos años

La última monarca de la dinastía Hannover en Inglaterra llegó a su 50° aniversario de gobierno en 1887 y el 20 de junio se realizó el Jubileo de Oro de la reina Victoria. Las celebraciones fueron efusivas, puesto que ella se encontraba en uno de sus picos de popularidad con el pueblo.
En uno de los eventos participó un sirviente de origen indio llamado Abdul Karim, quien pasó a ser profesor de la reina y le enseñó el idioma lashkari o urdu. Aunque muchos lo criticaron, ella lo mantuvo en su personal hasta que murió, a pesar de que lo acusaron de espía, entre otras cosas.
Nueve años después de su celebración por el quincuagésimo aniversario de su reinado, Victoria se convirtió en la monarca inglesa en haber gobernado durante más tiempo (y se mantuvo en ese puesto hasta que fue superada por Isabel II).
Sin embargo, ella decidió retrasar un año esas celebraciones para que se unieran con su Jubileo de Diamantes. Ese año se organizó un festival en todos los territorios del Imperio británico.
Viudez

El mismo año en que perdió a su madre, la reina Victoria tuvo que hacer frente a una muerte que fue mucho más traumática y dolorosa para ella: la de su marido. El príncipe Alberto falleció el 14 de diciembre de 1861, probablemente a causa de fiebre tifoidea.
El duelo que embargó a la reina inglesa fue tan intenso que vistió de luto durante el resto de su vida. Por eso se ganó el apodo de “la Viuda de Windsor”, descuidó su peso y su aislamiento la volvió impopular con el pueblo británico durante un tiempo.
Antes de morir, Alberto había comprado una casa llamada Balmoral en Escocia, esa se convirtió en una de las residencias favoritas de la reina Victoria durante sus años de aislamiento. Allí entabló una relación muy cercana con un miembro del personal llamado John Brown.

Se dijo que la monarca y su sirviente eran amantes e, incluso, que llegaron a casarse en secreto. Esa relación fue muy cuestionada, puesto que él no pertenecía a la nobleza. De cualquier modo, Brown murió en 1883 y provocó nuevamente un gran dolor en la reina.
