El Esplendor de la Boda de la Reina Isabel II - Celebrando un Evento Real

La sinusitis de Camilla que casi estropea su gran día

Hay detalles de aquel gran día que solo años después se han conocido. Penny Junor, cronista real y autor de la biografía de Camilla, desveló que aquel día la reina apenas se podía levantar aquejada de sinusitis. Había pasado la noche anterior en Clarence House con su hermana Annabel y su hija Laura, y el gran día apenas se podía levantar entre la sinusitis y los nervios.

Finalmente, y rodeada por los suyos, Camilla se levantó para no llegar tarde a su boda, y disfrutó de un día en el que todo salió redondo, incluido el discurso que dio Isabel II y que, según los presentes, estuvo lleno de muestras de cariño hacia ambos.

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La reina Isabel II junto a Carlos y Camilla a la salida del servicio religioso que tuvo lugar en la capilla de San Jorge de Windsor tras su boda civil.

Una fecha que se tuvo que retrasar a última hora

Todo estaba dispuesto para que la boda de Carlos y Camilla se celebrara el 8 de abril de 2005, un viernes, pero a última hora se retrasó un día y los festejos tuvieron lugar el día 9 para que el entonces príncipe Carlos pudiera asistir al funeral del papa Juan Pablo II, que había fallecido el 2 de abril en el Vaticano.

"Como muestra de respeto, Su Alteza Real y la señora Parker Bowles han decidido posponer su boda hasta el sábado", expresó el comunicado real que difundieron.

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A los reyes de Inglaterra no les gustaba el entonces Felipe de Grecia por varias razones. La primera y más importante es que por sus venas corría la sangre alemana. El pueblo germano devastó Europa durante la II Guerra Mundial, mostrándose especialmente duro contra la ciudad de Londres, que bombardeaba noche sí, noche también. Que la princesa Isabel hubiera puesto sus ojos en un joven de semejante ascendencia escandalizó a la opinión pública y a buena parte de las altas esferas británicas, que tenían la esperanza de que la heredera al trono reflexionara y se decantara por algún otro chico perteneciente a las casas de alta alcurnia inglesa, como los Grafton, los Rutland, los Buccleuch o los Porchester.

Isabel II y Felipe de Edimburgo en su juventud

Además, tampoco gustaba el escaso patrimonio con el que Felipe contaba. Los reyes querían para su hija un hombre poderoso y rico cuya posición estuviera a la altura del Palacio de Buckingham, pero la heredera al trono seguía en sus trece. Viendo que era imposible que la joven alteza se separara del problemático griego y que los rumores de compromiso empezaban a filtrarse entre la prensa, la casa real británica ideó un elaborado plan de marketing para limpiar la imagen del futuro consorte de cara a la ciudadanía.

Para empezar, Felipe tuvo que renunciar a sus raíces y a su propia ciudadanía griega, perdiendo así los títulos reales que el país heleno le concedió desde el momento de su nacimiento. Poco después se le otorgó el pasaporte británico, aunque en su primera página ya se podía leer un nombre diferente al que recibió cuando nació. Ya no quedaba rastro de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, aquel molesto apellido alemán, y en su lugar se le bautizó como Mountbatten, un apelativo británico donde los haya.

Una íntima ceremonia en el ayuntamiento de Windsor con la ausencia de Isabel II

Apenas 28 invitados pudieron vivir en directo el 'Sí, quiero' de Carlos y Camilla, algo absolutamente excepcional en la boda de un príncipe heredero. Ambos estaban divorciados y apenas tres años antes, la iglesia anglicana había cambiado la norma para aceptar los matrimonios de personas divorciadas. Pero la iglesia de Inglaterra llegó al convencimiento de que era mejor un matrimonio civil, de tal manera que se convirtió en el primer miembro de la familia real inglesa en casarse de esta manera. A esa ceremonia civil no asistieron ni Isabel II ni Felipe de Edimburgo.

Después de la ceremonia civil, la novia se cambió de traje y acudieron a un servicio religioso en la capilla de San Jorge y una celebración posterior, en la que sí estuvieron los monarcas acompañados de 800 invitados.

"Siempre recordaré esa sonrisa inolvidable"

Camilla quiso recordar igualmente la relación personal que tenía con su suegra. "Tenía esos maravillosos ojos azules que, cuando reía, iluminaban toda su cara. Siempre recordaré esa sonrisa inolvidable", explicaba la esposa de Carlos III visiblemente emocionada. Isabel II ayudó mucho a Camilla los últimos años e intervino en varias ocasiones para mostrarle su apoyo.

En su Jubileo de Platino, cuando se celebraron 70 años desde su ascenso al trono, Isabel II expresó su “sincero deseo” de que, una vez que Carlos se convirtiera en Rey, su esposa fuera nombrada como reina consorte. Desde el fallecimiento de la monarca el pasado 8 de septiembre, Camilla le ha rendido varios homenajes, como cuando viajó a Gales junto a su marido, el rey Carlos III, y decidió llevar un hermoso broche de puerros parecido al emblema nacional galés que le habría regalado la Reina.

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