"Matrimonio Radiante - Mari Mar Blanco y su Día Especial"

Músico vocacional, político circunstancial

Jaime recuerda a Miguel como un joven divertido, con ideas claras y siempre dispuesto a la broma “y algo despistado”. Pese a que busca reconocer a su amigo en la imagen que de él ha pervivido en todo este tiempo, no lo logra. Dice que él no era “político”, que a Miguel “no lo identifico con el arquetipo que luego se hizo de él”. Lo describe como un joven apasionado con la música, “de raza” y con “mucho gusto para la batería” y muy centrado en sus prioridades: la música y su novia.

Los últimos años, y con la carrera recién terminada, Miguel no lograba el empleo que le diera estabilidad. Por ahora debía conformarse con apoyar a su padre como ayudante de albañil. “Para esa época Miguel ya pensaba en casarse, era un tío con las ideas muy definidas y quería trabajar en lo que fuera”.

Es poco después cuando entra la política en su vida, “creo que fue más un modo de buscarse la vida, de intentar dar una salida a su situación”. En 1995 había convocadas unas elecciones municipales. Tres años antes en Ermua el PP buscaba afiliados y Miguel y su novia accedieron a dar el paso en aquel municipio históricamente socialista. “No hacía vida de partido y no recuerdo que habláramos de política apenas”. A Jaime aún le rebrota cierto malestar por lo que considera que fue una utilización de la figura de Miguel Angel. Semanas después de su asesinato el grupo intentó reivindicar el perfil de “chico normal, de músico” que ellos veían en su amigo y no “el arquetipo de político” que creían se estaba construyendo con fines que cuestionaban. Lo intentaron explicar en La sonrisa del Pelícano, el programa estrella de la época que presentaba Pepe Navarro.

Entonces Fernando, el teclista, reconoció que a sólo unos días de ser secuestrado, Miguel le reconoció que quería dejar la política, “que no quería seguir porque había encontrado un trabajo”. Fue el primer empleo, en una asesoría, y temía que su reciente implicación política pudiera echar al traste sus opciones laborales aún por hacer indefinidas. En la primavera de 1997 sus planes eran otros. Había comprado un coche y en septiembre pensaba ir a ver un piso con Mari Mar, su novia.

¿El vestido blanco de novia es una tradición que se remonta a siglos atrás?

Como tal, podemos decir que no. Aunque podemos encontrar vestidos de novia en color blanco, no era la tónica general. Entonces, ¿cuáles son los orígenes del vestido blanco para las novias?

La tradición del vestido de novia blanco, tal como la conocemos hoy en día, se remonta al siglo XIX. Fue en 1840, cuando la reina Victoria de Inglaterra se casó con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha. Se casaron en la capilla real del Palacio de Saint James en Londres. La reina Victoria eligió un precioso vestido de novia blanco, que causó un gran impacto porque, como hemos comentado anteriormente, no era uno de los colores que se usaban tradicionalmente en las bodas.

Su elección no solo fue una expresión de su amor, sino también un acto de rebeldía contra las normas de la realeza de la época. Esta elección de la reina Victoria dio lugar a una moda que rápidamente se conoció en todo el mundo occidental, transformando el blanco en el color tradicional de las novias.

El vestido de novia de la reina Victoria fue un gran éxito y se convirtió en una tendencia en toda Europa. Pronto mujeres de otras casas reales y de la nobleza empezaron a casarse con vestidos blancos. Lo que originó una moda que se extendió poco a poco a todos los países del mundo. Las mujeres de todas las clases sociales comenzaron a usar vestidos blancos en sus bodas.

Hay que tener en cuenta que en esa época ya había acceso a mejores comunicaciones e incluso existen fotografías de la época, lo que ayudó a que se dieran a conocer los detalles de su boda.

El zulo de Ortega Lara, a 24 minutos de casa

La sensación que reinaba en su casa era que todo se iba a arreglar", recuerda Jaime

En la casa de Miguel no se perdía la esperanza. “Todo se solucionará”, era el consuelo que repetían. ETA no podría ignorar aquel clamor jamás antes visto en Euskadi. Lo hizo. Sus amigos, los de la banda, no dejaron sola a la familia. “Estuvimos en su casa desde el primer día, de jueves a domingo. Entrábamos a primera hora y nos íbamos de noche. Recuerdo bien esos momentos, segundo a segundo. La sensación que reinaba en esa casa era que todo se iba a arreglar”, recuerda Jaime. Ni siquiera cuando el cuerpo fue localizado agonizante en un descampado de Lasarte se perdió la esperanza. El resquicio de que Miguel sobreviviría se mantuvo hasta el final, incluso en el viaje que la familia emprendió a toda prisa camino del hospital.

'Quintos' del 68

Hoy Jaime es juez en Bilbao. Ha dejado de tocar el bajo con el que acompañó a Miguel Ángel en 'Póker'

De alguna manera, en aquella academia nació el germen de ‘Póker’. “Mi padre enseñó guitarra a medio Eibar”, recuerda Jaime. Entre aquellos alumnos estaba Manuel, amigo desde la infancia de Miguel Ángel. Con 17 años la invitación para tocar con el grupo incipiente que empezaba a tomar forma en una lonja repleta de trastos de albañil fue un regalo. “Fui ocasionalmente. Es allí donde yo conozco a Miguel Ángel. Era una lonja pequeña, en los bajos de su casa. Allí tenía montada la batería. La verdad es que era un sitio infernal para tocar, ¡todo era ruido!”, recuerda el hoy magistrado. Algún ensayo más y la relación se enfrió.

Quedaban seis años para que ETA dejara muda a la banda. Era tiempo de emular a sus ídolos y probar cosas distintas. En la radio no dejaba de sonar Entre dos tierras y aquello a Miguel Ángel le motivaba aún más. ¿Por qué no dejar de soñar en tocar como los 'Héroes del Silencio’ e intentar hacerlo realidad? Los posters y las camisetas que coleccionaba del grupo aragonés quizá algún día podrían llevar su nombre. “Algunos nos habíamos cansado ya de las bodas y las verbenas, queríamos hacer otras cosas. El grupo se dividió y unos siguieron con eso y nosotros apostamos por hacer otro repertorio, más pop-rock”. El núcleo de la escisión lo seguían integrando Miguel, Manuel y Jaime y más recientemente Fernando, el teclista. Hacía poco que el cantante, Carlos, había sido sustituido por Víctor Alonso, un nuevo vocalista que trajo aires renovados al grupo.

La banda que ETA dejó muda

Miguel Ángel Blanco (sujetando las baquetas) con su grupo

Miguel Ángel Blanco (sujetando las baquetas) con su grupo "Póker"

Aquel jueves habían vuelto a llamar. Preguntaban por otro bolo, otra boda más. Hacía semanas que pensaban dejarlo, pero era un dinero fácil que a todos venía bien. El verano recién estrenado era propicio a los sí, quiero y el trabajo crecía. Manuel llamó a casa. Contestó Consuelo y nada, su hijo Miguel ya no estaba. Tras una comida breve se había ido a trabajar. Estaría en la oficina, pensó, pero no. Tampoco allí le dieron respuesta. Eran pasadas las tres de la tarde y seguía sin saber si ese fin de semana podrían aceptar el encargo. La segunda llamada a la casa de los Blanco Garrido no tardó en despejarle las dudas. Ese fin de semana no habría boda, sólo un cruel velatorio en vida y un triste funeral, el del batería del grupo: Miguel Ángel Blanco.

Lo que quizá sólo intuían era que ese 10 de julio de 1997 ETA ya había decidido asesinar a su batería. Lo cumplió la tarde del sábado 12. Miguel se llevaría sus baquetas para siempre, con ellas le despidió Mari Mar, el amor de su vida. ‘Póker’, o lo que quedaba de él, nunca más se recuperó. Tras algunos bolos más y la grabación de un disco con el que intentar levantar el rumbo, ETA había logrado otro logro más: dejarles mudos. Sin letra ni música.

La muerte cruel de Miguel se había llevado el ritmo y el buen humor. La guitarra de Manuel Álvarez ya no sonaba igual. Tampoco el bajo de Jaime Segalés, ni la voz del cantante, Víctor Alonso, que acababa de irrumpir con un repertorio pop con el que confiaban en dejar atrás los clásicos de boda. Y al recién llegado a la banda, a Fernando Carrascal, aquel asesinato le impidió profundizar en la amistad que había empezado a fraguar con el hijo del albañil gallego que un día probó fortuna en el País Vasco.

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