La banda que ETA dejó muda
Miguel Ángel Blanco (sujetando las baquetas) con su grupo "Póker"
Aquel jueves habían vuelto a llamar. Preguntaban por otro bolo, otra boda más. Hacía semanas que pensaban dejarlo, pero era un dinero fácil que a todos venía bien. El verano recién estrenado era propicio a los sí, quiero y el trabajo crecía. Manuel llamó a casa. Contestó Consuelo y nada, su hijo Miguel ya no estaba. Tras una comida breve se había ido a trabajar. Estaría en la oficina, pensó, pero no. Tampoco allí le dieron respuesta. Eran pasadas las tres de la tarde y seguía sin saber si ese fin de semana podrían aceptar el encargo. La segunda llamada a la casa de los Blanco Garrido no tardó en despejarle las dudas. Ese fin de semana no habría boda, sólo un cruel velatorio en vida y un triste funeral, el del batería del grupo: Miguel Ángel Blanco.
Lo que quizá sólo intuían era que ese 10 de julio de 1997 ETA ya había decidido asesinar a su batería. Lo cumplió la tarde del sábado 12. Miguel se llevaría sus baquetas para siempre, con ellas le despidió Mari Mar, el amor de su vida. ‘Póker’, o lo que quedaba de él, nunca más se recuperó. Tras algunos bolos más y la grabación de un disco con el que intentar levantar el rumbo, ETA había logrado otro logro más: dejarles mudos. Sin letra ni música.
La muerte cruel de Miguel se había llevado el ritmo y el buen humor. La guitarra de Manuel Álvarez ya no sonaba igual. Tampoco el bajo de Jaime Segalés, ni la voz del cantante, Víctor Alonso, que acababa de irrumpir con un repertorio pop con el que confiaban en dejar atrás los clásicos de boda. Y al recién llegado a la banda, a Fernando Carrascal, aquel asesinato le impidió profundizar en la amistad que había empezado a fraguar con el hijo del albañil gallego que un día probó fortuna en el País Vasco.
Dimisión
Mari Mar Blanco insistió al titular de Interior que "hoy no debería estar sentado en su escaño de Gobierno, si tuviera la más mínima dignidad y respeto las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. A estas alturas, ya tendría que haber dimitido o haber sido cesado". "Debería haber dimitido ya, por su absoluto fracaso en la gestión de su departamento, por no garantizar la seguridad de la Guardia Civil, pero también por su indignante y vergonzosa connivencia con el entorno de los presos de ETA", le espetó.
Las primeras palabras de Mar Blanco fueron para enviar un fuerte abrazo a los familiares de Miguel Ángel y David, "los dos héroes de Barbate asesinados de manera injusta", así como también enviar todo el apoyo, cariño y solidaridad a la Guardia Civil.
La senadora popular aseguró que Marlaska "es un ministro fracasado, condenado y reprobado, y mañana lo será una vez más", un ministro al que ya solo aplauden los presos de ETA y quienes incumplen la ley. "¿No le da vergüenza?", le preguntó. Asimismo, calificó como "lamentables", las prioridades que tiene Pedro Sánchez, quien "eligió una velada de diversión en vez de acompañar a los familiares de los asesinados en Barbate".
La banda que ETA dejó muda
Pero los terroristas no estaban dispuestos a darse por vencidos. Tampoco en su reclamación. Sólo diez después, la banda llevó a cabo su venganza con el secuestro del concejal del PP, Miguel Ángel Blanco Garrido. Esta vez, la reclamación era la misma que la planteada con Ortega Lara, el acercamiento de los presos de ETA a cárceles del País Vasco, pero con una diferencia: el ‘canje’ debería hacerse en el plazo de 48 horas.
El verano de 1997 la amenaza sobre los concejales constitucionalistas, del PP y el PSE, obligaba a poner escolta a muchos de ellos. En el caso de Miguel Ángel Blanco no se consideró necesario. Ermua, un municipio de apenas 17.000 habitantes, y Blanco, un joven de 29 años metido a político casi de modo casual, no parecían ocupar la primera línea de amenazados. Esa fue la oportunidad para ETA para actuar sin riesgo: aquel chico era un objetivo fácil y sin protección.
En pocos días dispuso de toda la información. Gran parte de ella se la había facilitado un viejo colaborador de la organización: Ibon Muñoa. Ex concejal de HB tenía una tienda de recambios de automóvil, ‘Recambios Muñoa’. Su negocio trabajaba con la consultoría de Eibar, ‘Eman Consulting, la misma en la que acababa de empezar a trabajar Miguel Ángel Blanco. Su salto a la política municipal era más una necesidad laboral que una vocación. Tras terminar sus estudios de Economía el trabajo tardó en llegar. Cuando lo hizo, la idea de abandonar aquella aventura en el ayuntamiento fue tomando fuerza.
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La ha emplazado a ello en su réplica en la Cámara Alta a una interpelación de la senadora sobre el contenido del acuerdo de investidura del Gobierno con EH Bildu con respecto a la política penitenciaria de los presos de la banda terrorista ETA.
Tras una dura intervención de Blanco sobre los traslados de presos etarras y los acuerdos con EH Bildu, en la que ha pedido la dimisión de Marlaska por su gestión penitenciaria, el titular de Interior ha querido rebajar el tono y ha dicho a la representante de PP que confiaba en que esta fuera la última vez que ambos confrontaran en este asunto. "Le tenemos todos un respeto absoluto a su historia, a la dignidad que usted y su familia representan. Yo también tengo un pasado. Jamás una víctima se atrevería a insultar a otro víctima", ha enfatizado el ministro.
Marlaska ha concluido recordando que "hay muchos debates para continuar recuperando la memoria de las víctimas y honrarlas. Señora Blanco por ese respeto que tenemos a la historia de su familia, no desprecie esa dignidad".
Blanco, por su parte, ha insistido en el "absoluto fracaso" de la gestión del ministro, en la "connivencia" de este con los presos de ETA y en su política de "acercar presos por votos".
"Usted podría haber pasado a la historia como el juez que más hizo en la lucha contra el terrorismo, pero desgraciadamente ha elegido pasar a la historia como el Ministro que puso alfombra roja a los presos"; sin la más mínima exigencia de colaborar con la justicia para resolver los más de 300 crímenes de ETA sin sentencia judicial, señaló.
Durante el debate de la interpelación la bancada del PP ha abucheado al ministro y ha coreado "dimisión, dimisión" durante un buen rato.