Otros tres exdirigentes etarras imputados
La Sala recuerda que Iparraguirre "fue informada de la fecha de la vista" y designó a un abogado francés para que le representase en la audiencia pública celebrada el pasado 6 de marzo, en la que se dio lectura a los motivos por los que se presentó la solicitud de prórroga y a los documentos presentados en sustento de esa petición.
Escuchados los argumentos de las partes, el tribunal, con el respaldo de la Fiscalía francesa, acordó autorizar esa ampliación de la entrega rechazando "la imprecisión de la información contenida en la orden europea de detención".
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Una complicada situación que, no obstante, de momento no es posible. Es por ello que Miguel Ángel Muñoz ha buscado un centro específico para pacientes afectados del mismo mal. Su trabajo le impide atender correctamente a su madre y no puede atenderla todas las horas del día, revelan a la publicación fuentes cercanas.
Muñoz se ha "preocupado muchísimo por su madre", a la que no ha dejado sola "en ningún momento. Ha acudido a todas las reuniones con los médicos para conocer su evolución", publica Semana.
Cristina Blanco fue, en su momento, vidente habitual de famosos como Belén Esteban, Rocío Carrasco y las Campos, lo que ayudó a situarla en el universo del entretenimiento patrio.
QUIÉN FUE MIGUEL ÁNGEL BLANCO
Cuando el nombre de Miguel Ángel Blanco saltó trágicamente a la actualidad nacional e internacional, era un joven de 29 años que llevaba un par de años siendo concejal del PP en el Ayuntamiento de Ermua (Vizcaya), desde las elecciones de 1995.
Hijo de Miguel y Consuelo, ambos de Ourense, de joven trabajó de albañil con su padre. Después se licenció en Económicas y trabajaba en la consultoría Eman Consulting en Eibar, a donde viajaba cada día en tren desde Ermua, su localidad natal.
Aquí le podemos ver en el Ayuntamiento de Ermua ejerciendo su labor como concejal del PP en marzo de 1996.
QUÉ SUPUSO SU ASESINATO
El dolor por la muerte de Miguel Ángel Blanco recorrió toda España. Aquel latigazo no sólo fue de pena, sino también de rabia, ira e indignación.
Desde el primer momento en que fue secuestrado, se sucedieron en todo el país manifestaciones exigiendo su liberación.
La movilización ciudadana fue histórica. Horas antes del asesinato, más de medio millón de personas se manifestaron en Bilbao para pedir a ETA que liberase a Miguel Ángel. Aquella manifestación la encabezó el entonces presidente, José María Aznar, acompañado del lehendakari José Antonio Ardanza, y demás líderes de partidos vascos. No se había visto nada igual hasta entonces en la capital vizcaína.
España decía basta ya al terrorismo. Al día siguiente de aquellas masivas movilizaciones se sumaron 500.000 en Sevilla y 300.000 en Zaragoza.
La ciudadanía respondía así al hartazgo a la violencia terrorista, que veía cómo apenas nueve días después de la liberación del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA durante 532 días, se producía la agónica cuenta atrás de la vida de Miguel Ángel Blanco.
Fue lo que más tarde se conoció como el espíritu de Ermua, una reacción social sin precedentes contra ETA.
Aquel fue el tercer secuestro acabado en asesinato por parte de ETA, el 77 de toda su historia. Y también fue el último.
ETA siguió matando. Con bombas, con más tiros en la nuca. Miguel Ángel Blanco fue la víctima número 778 de las 854 de la banda. Todavía quedaba mucha sangre por derramar. Pero aquel asesinato a sangre fría fue un claro antes y después en la sociedad española y en la sociedad vasca, que se prometió que aquellas terribles 48 horas no caerían en el olvido.