"Ya no tiene nada que decir"
Tras salir del restaurante junto a su marido y su hija, María del Mar se monta en el coche familiar. Conduce Jaume, su pareja, que trabaja como representante comercial en una empresa de una localidad del extrarradio barcelonés. En apenas dos minutos llegan a su casa. Está ubicada en una zona residencial a las afueras del pueblo. Ellos viven en un segundo piso. El edificio tiene una zona común con jardín y piscina, donde este miércoles corretean y se bañan una decena de niños.
Ni siquiera los dirigentes locales del PP conocían la presencia de María del Mar Díaz González en esta población. En conversación con este periódico, el portavoz del partido en la localidad dice: “Es la primera noticia que tengo. Aquí nos conocemos casi todo el mundo. Si ha querido mantenerse en un segundo plano, lo ha hecho a la perfección. Nosotros no vamos a ser quienes lo estropeemos ahora”.
Miguel Ángel Blanco, explicado al 60% de jóvenes que no sabe quién fue ni qué representó su asesinato
10/07/2022 a las 07:03 Actualizado el 10/07/2022 a las 07:12Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua asesinado por ETA en 1997. EL HUFFPOST
El 12 de julio de 1997, dos disparos resonaron por toda España. Eran las 16:00 horas de un caluroso sábado de verano y el país aguantaba la respiración esperando que la cordura se impusiera al sinsentido. Pero ETA cumplió su amenaza y asesinó a Miguel Ángel Blanco dos días después de secuestrarle, provocando una oleada de indignación, ira y tristeza que marcó a toda una generación.
Hoy, 25 años después de aquel terrible asesinato, un 60% de los jóvenes no saben quién es Miguel Ángel Blanco y qué supuso su ejecución. Un signo de los tiempos fruto del fin del terrorismo de ETA, que anunció su final en 2011. Porque si, según el CIS, en 1997 era el principal problema para el 37% de los españoles, llegando a convertirse en la máxima preocupación para el 80% en el año 2000, hoy no lo es para nadie.
Pero el fin del terror no justifica la desmemoria. 25 años después, recordamos quién fue Miguel Ángel Blanco y cómo impactó en la sociedad su cruel asesinato.
QUIÉN FUE MIGUEL ÁNGEL BLANCO
Cuando el nombre de Miguel Ángel Blanco saltó trágicamente a la actualidad nacional e internacional, era un joven de 29 años que llevaba un par de años siendo concejal del PP en el Ayuntamiento de Ermua (Vizcaya), desde las elecciones de 1995.
Hijo de Miguel y Consuelo, ambos de Ourense, de joven trabajó de albañil con su padre. Después se licenció en Económicas y trabajaba en la consultoría Eman Consulting en Eibar, a donde viajaba cada día en tren desde Ermua, su localidad natal.
Aquí le podemos ver en el Ayuntamiento de Ermua ejerciendo su labor como concejal del PP en marzo de 1996.
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Una complicada situación que, no obstante, de momento no es posible. Es por ello que Miguel Ángel Muñoz ha buscado un centro específico para pacientes afectados del mismo mal. Su trabajo le impide atender correctamente a su madre y no puede atenderla todas las horas del día, revelan a la publicación fuentes cercanas.
Muñoz se ha "preocupado muchísimo por su madre", a la que no ha dejado sola "en ningún momento. Ha acudido a todas las reuniones con los médicos para conocer su evolución", publica Semana.
Cristina Blanco fue, en su momento, vidente habitual de famosos como Belén Esteban, Rocío Carrasco y las Campos, lo que ayudó a situarla en el universo del entretenimiento patrio.
La llegada de los coches bomba
El 71 % de los participantes votaron a favor. Su lógica se resumía en perseguir a quienes públicamente discrepaban de los terroristas, empujándolos a que salieran del funeral de un compañero pensando que podían ser los siguientes. La primera víctima de la nueva estrategia fue Gregorio Ordóñez, teniente alcalde de San Sebastián, en enero de 1995. Después, José Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri, entonces uno de los jefes de ETA, transmitió a varios comandos la orden de secuestrar a un concejal del Partido Popular para forzar la negociación acerca de los presos.
Con Miguel Ángel Blanco las víctimas, por fin, se humanizaron. Los mecanismos de construcción del enemigo empleados por la izquierda radical abertzale pasaban necesariamente por la deshumanización de las víctimas: los asesinados no eran personas con nombre y apellidos, sino enemigos del pueblo vasco. El proceso podía pasar por varios estadios –la animalización, la estigmatización, la exclusión moral o la violencia de persecución– hasta que, una vez consumado el asesinato, se ponía en marcha un último giro: la inversión de responsabilidad, es decir, la víctima era responsable de su propia muerte al amparo del extendido “algo habrá hecho”.