"El Exquisito Traje de Novia de Carmen Martínez Bordiú"

Los primeros novios

A partir de esa fecha aparecieron varios novios en su vida. El primero fue Jaime Rivera, hijo de una adinerada familia y experto jinete. Rompieron cuando la joven se enteró de que al dejarla en casa, se iba con otras. Después vendría Fernando de Baviera. El problema de esa relación era que estaba casado. El marqués de Villaverde intervino para que rompiera con su hija bajo amenaza de exilio. Así funcionaban las cosas. Hubo tragedia emocional momentánea para Carmen, que se consoló rápidamente.

Al poco tiempo apareció Alfonso de Borbón, que fue siempre el candidato perfecto para Cristóbal Martínez-Bordiú, que siempre dio facilidades para los encuentros entre la hija y el nieto de Alfonso XIII. La idea del padre era convertir a la hija en futura reina de España tras la boda el 8 de marzo de 1972. En la demanda de anulación, proceso que duró siete años, Carmen explicaba para la biografía ‘Carmen Martínez-Bordiú, a mi manera' (Ediciones B) que “fueron seis meses de noviazgo sin casi relación. Para mí el matrimonio fue una manera de escapar de la autoridad paterna. Y Alfonso experimentó cierta ilusión y ambición dentro del gran fracaso que había sido su vida familiar'. El duque de Cádiz, por su parte, la acusaba “de carecer de unos fundamentos fuertes como mujer, esposa y madre. Ha sido una esposa poco madura, irreflexiva, ligera, maniática en el orden y en otros muchos detalles'. Una vez divorciados, la relación entre ellos fue inexistente.

Alfonso de Borbón llegó a echar la culpa de su separación a Isabel Preysler y otras amistades poco recomendables. “Hubo influencias nefastas y sutiles. Carmen veía con frecuencia a algunas amigas divorciadas que no dejaban de encomiar los encantos de la libertad. Y Carmen no pudo resistir las tentaciones”, dijo.

Los dos grandes amores de Cristóbal Balenciaga que llevó en secreto

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Aunque se conoce poco de su vida privada, se sabe que tuvo dos grandes amores.

Es, insistimos, un gran desconocido, aunque los cronistas de moda hayan repetido su nombre en las últimas décadas. Vestir "un Balenciaga" significaba ser poseedora de un modelo singular, único para las mujeres de elevada posición que pudieran permitírselo. Extraordinarios eran los trajes de novia, como el que luciera la nieta de Franco, María del Carmen Martínez-Bordiú cuando se casó con Alfonso de Borbón el 8 de mayo de 1972, que Balenciaga realizó aun estando ya jubilado, porque así se lo pidió una de sus más asiduas clientes: doña Carmen Polo, esposa del dictador, abuela de la novia.

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Cristóbal Balenciaga Eizaguirre nació en el 21 de enero de 1895, en un modesto hogar cuyo padre era pescador y la madre costurera. Su progenitor, José, murió en el mar cuando aquel contaba once años. Con doce dejó la escuela y se puso a coser junto a Martina, su madre. Ya en su juventud abrió tienda en San Sebastián, ayudado por la marquesa de Casa Torres, abuela de quien fue reina de los belgas, Fabiola de Mora y Aragón. Transcurría 1919. Le fue bien, abriendo un par de talleres más en Madrid y Barcelona. La guerra civil acabó con aquellos negocios. Puesto que sus ideas eran republicanas, en 1937 prefirió autoexiliarse en París y allí, montó su primera casa de modas en la mismísima avenida de George V, con la ayuda económica de un importante socio, su paisano, el ingeniero Nicolás Bizcarrondo, que al firmar el contrato se quedó con el setenta y cinco por ciento de las futuras ganancias. Un tierno detalle es que se había llevado de Guetaria la vieja máquina de coser de su adorada madre, que conservó hasta su muerte.

El amor de su vida

En 1974, la tentación se llamó Jean-Marie Rossi. La prima de Alfonso de Borbón, Olimpia Torlonia, hija de la la infanta Beatriz, organizó un crucero por el Mediterráneo y coincidieron ambos matrimonios: el del anticuario y Barbara Hottinger y el de los duques. Fue el principio de una historia de amor y la tragedia para el nieto de Alfonso XIII. La 'petite duchesse', como la bautizó el anticuario, dejó Madrid y se instaló en París en la casa de Rossi, en Rueil-Malmaison. En otro piso vivía la exmujer con los tres hijos. La tranquilidad doméstica se vio interrumpida con un robo de película. Un supuesto operario entró en el domicilio cuando solo estaba el servicio. En un despiste, se llevó un juego de broche y pulsera de zafiros y brillantes, una sortija de oro y brillantes (regalo de la abuela Carmen), un reloj de oro y unos pendientes de esmeraldas. En total, más de doscientos mil euros.

Antes del nacimiento de Cynthia, se dedicó a estudiar alemán y piano. Ya dominaba el francés y el inglés, y el tercer idioma le venía muy bien para los negocios de su marido. En cuanto al piano, tuvo en su infancia una profesora tres veces por semana en El Pardo. Un día se plantó, tiró las partituras y dijo que nunca más. Treinta años después, retomó ese hobby y lo trasladó a su hija, que a los seis años ya daba sus primeros conciertos en casa.

Jean-Marie Rossi fue su Pigmalión: la enseñó a apreciar el arte y la vida en todas sus facetas. Aunque él se encargaba de los gastos generales, Carmen siempre tuvo su propia economía. Ella misma contaba que “mis gastos personales siempre me los he pagado. No se mete en mis compras. Y es mucho más conservador con respecto a la ropa interior que yo. A él le gusta la lencería tipo antiguo, y a mí los ligueros de encaje más locos. Ese lujo interior, ese refinamiento, lo veo muy bonito”.

La muerte de su hijo Francisco marcó el antes y el después en su vida. Ya nada fue igual, y el único consuelo apareció con la llegada al mundo de Cynthia el 28 de abril de 1985. Cinco meses antes, la exduquesa de Cádiz se casaba con Rossi, que ha sido el gran amor de su vida. A pesar del divorcio, mantienen una excelente relación. Cuando Carmen se separó de Federici, pasó por una periodo complicado de tristeza y fue Jean-Marie quien le ofreció casa y familia.

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