"El Exquisito Traje de Novia de Carmen Martínez Bordiú"

Carmen Martínez-Bordiú cumple 70: sus días en El Pardo con los amores de su vida

Foto: Carmen Martínez-Bordiú. (Getty)

Carmen Martínez-Bordiú, actual duquesa de Franco, llegaba al mundo la tarde del 26 de febrero de 1951 en el palacio de El Pardo. Un mes antes del alumbramiento, se había habilitado una de las salas de la residencia del jefe del Estado como paritorio. En aquellas fechas aún no existían las ecografías y, por lo tanto, se desconocía el sexo de la futura nieta. Recibió el nombre de Carmen Esperanza Alejandra de la Santísima Trinidad de Todos los Santos.

Misticismo a la 'Balenciaga'. Hábitos, trajes de novia y mujeres ajenas al pecado carnal

Sus rojos, rosas y púrpuras son, ciertamente, cardenalicios y casi evangelizadores. Devoto católico y coleccionista de hábitos y trajes eclesiásticos, la Iglesia y su mundo estético fueron su principal fuente de inspiración. De la casaca de un cardenal en un cuadro de 1912 de su amigo y contemporáneo Zuloaga sacó, por ejemplo, un abrigo en rojo clavel. Martínez de la Pera también ha querido contraponer los trajes de novia –están los dos más famosos que creó: el de la reina Fabiola y el de Carmen Martínez Bordiú– con los cuadros de frailes que pintó Zurbarán y que provienen de la Real Academia de las Artes de San Fernando de Cádiz, además de un cuadro de la iglesia de Santa Bárbara de Madrid. “Balenciaga encontraba que los hábitos eran el súmmum de la belleza y la mística. Hay sencillez en el patronaje, pero también una absoluta perfección”, asegura el comisario.

A la izda. 'Anunciación', hacia 1576. El Greco. A la dcha. Conjunto de noche de vestido y capelina, hacia 1967. Cristóbal Balenciaga. |

Para él también está claro que el origen de los vestidos con cola de pavo real hay que buscarlo en los mantos de las vírgenes andaluzas. Y eso que, como se señala en el catálogo de la muestra, la religiosidad de Balenciaga estaba mucho más ligada al “calvinismo vasco” y el “ascetismo ignaciano” que a esa exuberancia del Sur. Por algo las mujeres vestidas de Balenciaga se percibían como vestales ajenas a todo pecado de la carne.

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