La Emotiva Boda del Torero Antonio Ferrera - Un Encuentro de Amor y Tradición

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Antonio, después de todo este tiempo, ¿siente que ya ha alcanzado su plenitud como artista?

No creo que un torero o un artista que permanezca en activo pueda presumir de eso. Precisamente, su actividad habla de una búsqueda, de que todavía tiene algo que expresar, que decir. Cuando uno tiene inquietudes, la creatividad sigue viva y eso significa que la plenitud sigue siendo esquiva.

Sin embargo, en la plaza se le ve liberado, sin la presión de esa búsqueda o de la competencia.

Supongo que eso es lo que da la experiencia. Son muchos años en la profesión, pero, mira, sigo teniendo la misma curiosidad, aunque, como dices, siento la presión de otra manera. No es que no la sienta, pero es verdad que ya no me condiciona. Al menos, no para mal. Es decir, si no sintiera ese cosquilleo a la hora de hacer el paseíllo o el miedo antes de que salga cada toro, le habría perdido el respeto a esto. Pero es que ya lo conozco. Quizás, lo que diferencia a los toreros de otras personas es que conocemos el miedo, sabemos cómo funciona, convivimos con él. Y, cuando aprendes a hacer eso, entonces sí te sientes un poco más libre. El problema es que hay muchos miedos, al toro, a público, al fracaso, a la muerte, a la vida… y aunque es lo mismo, se manifiestan de forma diferente y hay que lidiar con eso.

Usted se ha permitido ser muchos toreros.

Pero sólo he querido ser fiel a mi mismo. Creo que todo es fruto de la evolución. En una primera etapa de formación uno absorbe todo lo que puede de lo que han hecho otros para aprender, pero lo que sale es más instintivo. Luego hay un crecimiento, fruto del conocimiento y, finalmente, tu curiosidad te hace profundizar en aquello que te interesa. Es cuando la curiosidad se nutre de la creatividad. Entonces sí, puede salir una forma distinta de expresarse, pero esto sólo hace parte de tu personalidad, que es la que marca tu trayectoria. ¿Ser varios toreros? No lo sé, creo que sólo he sido lo que he podido ser, humildemente, y que cada etapa ha sido parte de mi evolución.

Solo en su finca

Hay un restaurante en la carretera que sale de Badajoz en dirección a Cáceres al que Antonio Ferrera suele ir a comer de vez en cuando. El negocio se llama Mayga 'El Cordobés'. El padre del matador pasó por allí a saludar al dueño un par de días antes de que su hijo tuviera que ser rescatado por bomberos.

"Aquí viene bastante. Nos trae a los chavales que se quedan en su casa, a amistades cuando organiza alguna fiesta o alguna capea. También ha salido a correr algún día y ha acabado aquí desayunando. Nunca imaginé que tuviera problemas", cuenta un camarero.

Si se sigue por esa carretera, a unos 8 kilómetros de distancia de ese restaurante está la finca Las Carboneras. Es la más pequeña de las dos que tiene el diestro afincado en Villafranco. En la verja de entrada están las iniciales de su nombre y primer apellido (A y F) forjadas en hierro. Ahí, a caballo del otro terreno que tiene cerca de aquí, donde guarda el ganado, vive el diestro que el martes pasado cayó al Guadiana. Alrededor no hay vecinos, sólo dehesa. "Quizás al torero le haya influido el lugar, que invita a la melancolía", dice un senderista que camina cerca de allí.

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