La Emotiva Boda del Torero Antonio Ferrera - Un Encuentro de Amor y Tradición

La muerte de su ‘padre’ taurino

Antonio Ferrera tomó la alternativa el 2 de marzo de 1997 en Olivenza con toros de Victorino. Aquel día lo apadrinó Enrique Ponce. Cortó cuatro orejas. Tenía 19 años. Con 10, con 12, con 14 años, su padre, un amante de la tauromaquia, lo paseaba por los periódicos extremeños presentándolo como una promesa del toreo patrio.

Por ese tiempo, Antonio hijo ya solía torear en las capeas que José María Manzanares organizaba en su finca de Cáceres para chavalillos que se arrimaban a los pitones de los becerros. Aquellos primeros lances en una plaza forjarían una amistad fraguada con el tiempo. Ahora Ferrera, en gran medida, lleva una vida similar a la de su gran referencia taurina: vive solo, aislado, en mitad del campo, y de vez en cuando cede su finca más pequeña, donde tiene una pequeña plaza y piscina, a futuras promesas del toreo.

Así, también solo, encontraron muerto en su finca cacereña a Manzanares padre. Fue el 28 de octubre de 2014. A Ferrera le dolió en el alma la pérdida de su ‘padre’ taurino. Justo un año después el diestro subía a una red social una foto con un Manzanares ya maduro y un Ferrera todavía imberbe. Ambos empuñan un capote. Ferrera añadía una escueta frase junto a la imagen: “Tu raíz torera y humana eternamente arraigada en mi corazón. Querido Maestro José María Manzanares”.

Ferrera en Mont de Marsan el pasado 20 de julio: Un despliegue de magisterio

La primera de sus tres encerronas de 2021 acabó en apoteosis: el extremeño cuajaba una rotunda tarde ante los Saltillo-Albaserrada de Adolfo Martín. Tres faenas a tres toros de distinta condición metieron al público francés en sus obras. Los titulares de sus tres lidias dejan claro lo allí vivido:

  • La lidia del gran segundo de Adolfo, un espectáculo; Ferrera pasea una oreja con fuerte petición de la segunda.
  • Improvisación, imaginación y torería en la lidia de Antonio Ferrera al tercero; el palco de nuevo le niega el segundo premio.
  • Ferrera, cumbre en el sexto: dos orejas tras una lidia en la que picó y banderilleó.

Posiblemente una de las tardes de la temporada del Antonio, que supo darle su sitio a todas las suertes para engrandecerlas aún más. Capote, tercio de varas, banderillas, muleta y espada, la lidia total que disfrutaron todos los que llenaron la plaza aquella tarde -en el aforo permitido entonces-.

La madre, tras unos visillos

“Mi hijo se está recuperando bien. Poco a poco va a mejor. Fue un susto muy grande. ¡Imagínese! Pero no puedo decir nada más. Disculpe y gracias”.

Gina , como la conocen en este pueblo de colonos, prefiere no abrir la puerta a EL ESPAÑOL. Dice que no está con fuerzas y que su marido hace un rato que ha salido. La mujer se disculpa explicando que ninguno de los dos tiene “el suficiente ánimo” para atender a la prensa después de lo ocurrido.

Hay un bar en Villafranco de Guadiana que regenta Marce, el que fuera suegro de Antonio Ferrera. El diestro se casó con la hija de este hombre en 2007. El matador de toros tenía 29 años. En la boda estuvieron presentes 700 invitados, entre ellos el presidente extremeño Fernández Vara.

La pareja llevaba “media vida de novios”, cuentan varios hombres en la puerta del local, por la que aparece otro Marce, hijo del dueño y excuñado de Antonio Ferrera. “Aquí no queremos saber nada de ese hombre. Lo siento”. Uno de los clientes cuchichea con otro en presencia del periodista: “Tras el divorcio, que fue a los cuatro o cinco años de casarse, las familias no se hablan. Ellos acabaron muy mal”.

Puente desde el que cayó el diestro nacido en las Islas Baleares.

Puente desde el que cayó el diestro nacido en las Islas Baleares. AL

Solo en su finca

Hay un restaurante en la carretera que sale de Badajoz en dirección a Cáceres al que Antonio Ferrera suele ir a comer de vez en cuando. El negocio se llama Mayga 'El Cordobés'. El padre del matador pasó por allí a saludar al dueño un par de días antes de que su hijo tuviera que ser rescatado por bomberos.

"Aquí viene bastante. Nos trae a los chavales que se quedan en su casa, a amistades cuando organiza alguna fiesta o alguna capea. También ha salido a correr algún día y ha acabado aquí desayunando. Nunca imaginé que tuviera problemas", cuenta un camarero.

Si se sigue por esa carretera, a unos 8 kilómetros de distancia de ese restaurante está la finca Las Carboneras. Es la más pequeña de las dos que tiene el diestro afincado en Villafranco. En la verja de entrada están las iniciales de su nombre y primer apellido (A y F) forjadas en hierro. Ahí, a caballo del otro terreno que tiene cerca de aquí, donde guarda el ganado, vive el diestro que el martes pasado cayó al Guadiana. Alrededor no hay vecinos, sólo dehesa. "Quizás al torero le haya influido el lugar, que invita a la melancolía", dice un senderista que camina cerca de allí.

CINCO GANADERÍAS / ANTONIO FERRERA, ÚNICO ESPADA

Toros de cinco ganaderías, correctamente presentados: 1º Alcurrucén, feo, manso y deslucido; 2º Parladé, cumplidor en varas, noble y soso; 3º Adolfo Martín, manso y dificultoso; 4º Victoriano del Río, astifino, bravo y áspero; 5º Domingo Hernández, astifino, cumple en varas y poca clase; y 6º Victoriano del Río, bravo y noble.

Antonio Ferrera: pinchazo hondo (silencio); estocada contraria y dos descabellos (ovación); pinchazo y estocada corta (silencio); casi entera atravesada y desprendida, dos descabellos —aviso— y tres descabellos (ovación); gran estocada (oreja); media estocada y dos descabellos (oreja). Salió a hombros por la puerta grande.

Plaza de Las Ventas. 5 de octubre. Quinta corrida de la Feria de Otoño. Casi lleno (18.797 espectadores, según la empresa).

Lo mejor llegó al final, con el segundo toro de Victoriano del Río, el más cómodo y noble de la corrida, pero toda la tarde se vio en el ruedo a un torero en plenitud.

Vestido de blanco y oro, agradeció con timidez la ovación que recibió al romperse el paseíllo. Y ahí comenzó una disertación interesantísima, variada, una lección de ingenio, de amor propio también, de oficio, mando, entrega y claridad de ideas. Ferrera gustó y convenció.

Imposible el primer toro, de Alcurrucén, tan feo como deslucido, con la cara siempre por las nubes, con el que estuvo bien colocado y se lució en un quite por chicuelinas.

Complicado el toro de Adolfo Martín, al que Fernando Sánchez clavó en que, quizá, haya sido el par de la temporada, de poder a poder, jugándose el físico entre los pitones. Raúl Ramírez hizo la suerte de la garrocha, y Ferrera trazó estimables naturales a un animal que no ofreció motivos para la fiabilidad.

Ferrera, en la suerte de banderillas en Las Ventas.

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