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En una de ellas, el 1 de febrero de 1961, el Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne hirió a Carmen, de manera fortuita, por supuesto. Él lo registró así en su diario: "Tuve la desgracia de darle un plomazo en salva sea la parte a la marquesa de Villaverde". En el culo, claro. Y el General, al ser informado, sólo acertó a decir que quien no supiera cazar se abstuviera de hacerlo. Carmen Franco era una buena escopeta: su padre, imaginamos, la había adiestrado en el manejo de las armas de caza. Puede que fuera una de sus aficiones más pronunciadas, aparte de otras que al General no le gustaban, como jugar a las cartas, al póker y al "rummy". Carmen Franco viajaba a veces sin su marido, acompañada de alguna de sus mejores amigas, como Margarita Orfila. Iban al casino de Biárritz de vez en cuando, nunca desde luego a cualquier otro de España. Recordemos que el padre del General Franco medio arruinó a su familia, se separó de su esposa, dejó El Ferrol asentándose en Madrid con una barragana, dándose a la bebida y al juego. Por eso, en vida del Jefe del estado no se autorizó jamás el juego en España.
La herencia familiar es cuantiosa, en negocios inmobiliarios sobre todo cuyas sociedades presidía Carmen Franco, con la mayoría de acciones a su nombre respecto a las de sus hijos. Ya salía poco fuera de casa y su último viaje el pasado verano fue a un crucero con sus amigas. Procuraba superar la depresión y preocupaciones. Como siempre hizo cuando sus hijos se fueron separando, salvo Mariola y Arancha, guardándose para sí los disgustos y actuando con discreción, en todo momento contemporizadora. Lo que más dolor le ha producido es el contencioso del Pazo de Meirás, que en la postguerra regalaron a su padre, el General y ahora quieren arrebatárselo para la Xunta de Galicia. Los sucesos de Cataluña también le afectaban. Se ha marchado de este mundo en silencio, sin pronunciarse públicamente sobre esos mencionados asuntos. Porque, por encima de su leyenda como mujer casi desconocida para los españoles, se mantuvo constantemente en un segundo plano, discreta, procurando vivir y dejar vivir. No le fue fácil tampoco llevar el apellido Franco, aunque naturalmente lo ostentó con orgullo. Que otros se aprovecharan de ella para actos de reivindicaciones franquistas, en Carmen, con su presencia, sólo primaba el respeto y admiración hacia su padre, ya que nunca quiso políticamente servirse.
El lado influyente de Carmen Polo: su sueldo tras la muerte de Franco y su papel en la elección de Juan Carlos
Tiempo de lectura: 3' 09 ene 2021 - 23:27
Actualizado 08 mar 2024
La última obra del autor Mariano Sánchez Soler, La Familia Franco S.A., desgrana una de las grandes incógnitas en España y lleva a cabo una investigación con todo detalle —que le ha llevado más de treinta años— sobre la fortuna de Francisco Franco y todos sus herederos. Sin embargo, lo más revelador no ha sido exclusivamente dicha fortuna, sino el papel que llegó a desempeñar la esposa de Franco, Carmen Polo. Una figura fundamental dentro del régimen y de la familia del dictador.
Parecidas
Ambas son mujeres morenas y Subirá tiene incluso algún parecido con Carmen Polo, la niña bien asturiana que se convertiría en la esposa del dictador. Todas las imágenes han sido tratadas con novedosas técnicas digitales.
En el documental se pueden ver los momentos más importantes y desconocidos del dictador, en fotografías coloreadas de manera minuciosa por un equipo de profesionales, con las últimas herramientas digitales de tratamiento de imagen y un laborioso proceso de documentación para dotarlas del máximo realismo, rigor histórico y espectacularidad.
La muerte de Franco, la ruptura de la familia
No fue hasta la muerte del Caudillo cuando los esfuerzos de Carmen Polo comenzaron a desintegrarse. Poco a poco vio cómo su familia comenzó a romperse. De hecho, criticó muy duramente la obra póstuma del primo de su esposo, Francisco Franco Salgado-Araújo, porque consideró que sus palabras alteraban grandes aspectos de la personalidad del dictador.
Sin embargo, y a pesar de que las cosas cambiaron para la familia, Carmen Polo pudo disponer de un gran patrimonio inmobiliario y económico que había atesorado durante la dictadura franquista. De hecho, el rey Juan Carlos I le concedió por real decreto, el pazo de Meirás.
Carmen Franco apenas se ocupó de sus hijos: viajaba constantemente con su marido

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Carmen Franco, la única hija del general Francisco Franco y Carmen Polo, fue una gran desconocida para los españoles. Quienes la trataron en la cercanía –tenía pocas aunque sólidas amistades- reconocieron siempre sus virtudes más señaladas: sencillez, simpatía, sentido del deber y responsabilidad… Rara vez concedió entrevistas periodísticas y, si lo hizo, fue ya muerto su padre, el Jefe del Estado. Se limitaba a cruzar algunas frases, breves diálogos con algún reportero que se le acercara. Tuve ocasión de hacerlo alguna vez, me atendió con afabilidad, aunque insisto en que solo durante apenas cinco minutos. Por ejemplo, cuando me dijo que su padre tenía escritas muchas notas, pero no estaban ordenadas, por lo cual no podrían ser consideradas como memorias. Se habló de una millonaria oferta del editor Lara, de Planeta a la familia Franco, que estaba dispuesta a considerarla, y hasta se dijo que el periodista del Régimen Emilio Romero podría ser quien se ocupara de seleccionar todo el material y darle forma literaria e histórica. No sucedió tal cosa. Los papeles existen, guardados a buen recaudo por Carmen. Quien en otro aspecto, cuando todos los años acudía a atender su puesto en el Rastrillo Nuevo Futuro atendía a cuantos se acercaban a ella, y siempre sonriendo, lo mismo que las tardes que iba a los toros a la plaza de las Ventas acompañada de su primogénita. Esa sonrisa tan parecida a la de su madre. En vida del General se extendió el estúpido rumor de que no era hija suya, lo que constituía amén de injuria una soberana idiotez.