Los hijos.
Un compañero de caza de su padre, el príncipe Jaroslav von Thun y Hohenstein, fue quien tomo custodia de los niños, a quienes llevó al castillo de Konopiste en Bohemia, también propiedad de Francisco Fernando. Ahí permanecieron durante la guerra, hasta que en 1918, tras la disolución del imperio y la creación del nuevo estado de Checoslovaquia, sus propiedades fueron expropiadas y los tres adolescentes fueron expulsados, con destino a Viena.
Entre esa capital y su castillo en Arstetten, los hijos del famoso archiduque intentaron tener una vida normal, estudiando, trabajando y casándose como cualquier hijo de vecino, aunque un poco más ricos. Tendría que llegar una nueva fuerza maligna para darle una nueva vuelta de tuerca a sus vidas. En 1938, tras la anexión nazi de Austria, tanto Ernesto como Maximiliano fueron detenidos y enviados al campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, donde fueron asignados a la limpieza de letrinas, y todo por su oposición al «Anschluss», la unión de Austria con Alemania que Hitler impuso a su propio país. Ambos sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, aunque no sin dejar heridas emocionales y físicas. El resto de sus vidas fue algo más normal.
- Sofía se casó en 1920 con el conde Friedrich von Nostitz-Rieneck, con quien tuvo cuatro hijos, y vivió hasta octubre de 1990.
- También antes de la guerra, en 1926, Maximiliano estudió derecho en la Universidad de Graz, se encargó de las propiedades familiares y contrajo matrimonio con la condesa Maria Elisabeth Bona von Waldburg zu Wolfegg und Waldsee y tuvieron seis hijos, todos varones, quienes sí heredaron el título de Alteza Serenísima que aún conservaba su padre. Después de ser liberado, sus vecinos lo eligieron alcalde de Artsetten, posición que ocupó durante dos mandatos de cinco años. Maximiliano murió el 8 de enero de 1962.
- El pequeño de la familia, Ernesto, también había formado familia en 1936 con Marie-Therese Wood, antes de ser detenido por los nazis, tuvieron dos hijos. Murió en 1954 a la joven edad de 49 años.
EL VESTUARIO DE “LA EMPERATRIZ”
Una de las características de la ropa del siglo XIX que utilizaron los actores de la serie fue la incomodidad que representaban los corsés ajustados y faldas anchas, algo que reconoció la propia Devrim Lingnau en una entrevista con el portal alemán TVMovie.
Al ser consultada en una escala del 1 al 10 qué tan incómodo era el vestuario, la actriz de 24 años indicó que “no eran tan cómodos, pero la diseñadora de vestuario hizo todo lo posible por mantenerlo al mínimo. El corsé estaba muy ajustado. No era bueno comer ni sentarse en él. En la escala diría tres”. MÁS DETALLES AQUÍ.