Chábeli.
Una niña que con el tiempo se ha convertido en la fotocopia más perfecta de su madre. “Cuando nació Chábeli -cuenta Isabel-, tardé un día en encontrar a Julio para comunicárselo. Tardó otro día en llegar a Estoril, donde nació la niña, y luego sólo pudo estar con nosotras media hora”. Como indica Isabel Preysler, su primera hija nació en un hospital de Cascais, una localidad cercana a Estoril. Había que buscar un lugar seguro fuera de España alejado del mundanal ruido y de los posibles comentarios difamatorios.
La coartada debería ser lo más coherente posible. Por entonces, no era fácil viajar de un lugar a otro con rapidez ni siquiera al país vecino. Nadie podía dudar de que la niña era sietemesina y que se había adelantado dos meses a la fecha prevista, aunque había nacido con tres kilos y trescientos gramos de peso. Había que preservar la carrera musical de Julio Iglesias que estaba por encima de todo. Máxime siendo un ídolo musical en un régimen franquista conservador y católico al cien por cien. Nadie de la prensa debería dudar de ello. Todo estaba controlado y con los periodistas amigos más aún.
Julio Iglesias y Chabeli Iglesias.
Quienes conocen bien a Isabel Preysler cuentan que ese fue uno de los momentos más dolorosos de su vida. Pero en ella primó por encima de todo la seguridad y el bienestar de sus hijos. "Entonces nos quitaron de en medio. Si no, aún seguiría en mi país. Lo peligroso fue que liberaron a mi abuelo sin pagar rescate. Nos llevaron a Miami a vivir con mi padre. Tuve que dejar a mi madre en Madrid. Nos dijeron que íbamos para aprender inglés, pero no era verdad. Fue muy duro. Los dos primeros meses no dejé ni un día de llorar. Mi padre siempre estaba viajando. Fue un cambio brutal", afirmó con el paso del tiempo Enrique Iglesias.
La única condición que puso Isabel fue que con ellos también se fuera a Estados Unidos la ama de llaves de la familia, Elvira Olivares, a la que denominan cariñosamente “Seño”, hoy una señora con unos setenta años de edad. Una mujer discreta, tierna, de pequeña estatura, que aún vive en la mansión americana de Enrique, y que protegió a los hermanos Iglesias como si fueran hijos suyos. Les dio una educación completa y rígida. Tenían horarios concretos para comer y no se les permitía dejar nada en el plato. Les ponía monedas en las axilas para que aprendieran a no separar demasiado los brazos en la mesa.
Fue entonces cuando decidió probar suerte en el mundo discográfico, al igual que su hermano Enrique. Pero desde el principio lo tuvo bastante difícil porque empezó su carrera cuando ya había dos Iglesias por delante en el mercado, y con los que era muy duro competir. Mantuvo un estilo muy personal y le gustaba componer en soledad. No enseñaba ninguna de sus canciones hasta que no estaba seguro de que pudieran ser exitosas. Empezó a cantar por clubes pequeños, al igual que hiciera su padre cuarenta años antes en la sala Cleofás de Madrid o en los pubs londinenses donde acudía con su amor Gwendoline, como el Airport Pub.
Isabel, su primer gran amor
Cosmopolita, delicada, de educación exquisita y una belleza exótica y enigmática embriagadora. “Fue un toque de fascinación. Tenía clase, era distinta. ”, escribió de ella en sus memorias tiempo después. Porque fue verla y aquella joven que hablaba varios idiomas, de ascendencia filipina y elegancia natural, dejaría para siempre una marca indeleble en Julio Iglesias. Corría 1971 y ambos se encontraban por vez primera en una fiesta organizada por los Terry. El cantante ya era una estrella internacional, después de participar en Eurovisión con un más que honroso cuarto puesto, sin embargo, no encontró la forma de acercarse a aquella jovencita misteriosa. Ella era Isabel Preysler. Entonces, una estudiante de Secretariado Internacional, hija del representante del Banco Español de Crédito en Manila.
“Fue un toque de fascinación. Tenía clase, era distinta. ”, así describió Julio Iglesias su “flechazo” por Isabel
Todos los detalles desconocidos de la boda de Isabel Preysler y Julio Iglesias 49 años después
Julio Iglesias e Isabel Preysler en 1973.
Hace casi medio siglo, Isabel Preysler y Julio Iglesias, una de las parejas más populares del país contraían matrimonio en la iglesia de la localidad toledana de Illescas. Él es hoy una estrella internacional y ella sigue manteniendo su gran poder de seducción. Ha conseguido optimizar su capacidad de deslumbrar. Cuando se conocieron, Julio empezaba a destacar e Isabel era una recién llegada a Madrid que comenzaba a dejarse caer por las fiestas de la alta sociedad. Su boda fue una sorpresa.
Fue precisamente en una de esas fiestas de la jet madrileña cuando conoció al cantante Julio Iglesias de la Cueva, un frustrado abogado, antiguo guardameta del Real Madrid, al que un grave accidente automovilístico, con una comprensión medular, le obligó a cambiar los guantes por los escenarios. Era ya por entonces un conquistador de corazones de jóvenes adolescentes a través de las letras de sus melódicas canciones.
Julio Iglesias, de “niño bien” a estrella mundial
Julio Iglesias de la Cueva nació por cesárea en Madrid a las dos de la tarde del 23 de septiembre de 1943, en el seno de una familia burguesa acomodada, sólo conservadora en sus formas, formada por su madre, Charo de la Cueva, su padre, el reconocido ginecólogo Julio Iglesias Puga, y su hermano pequeño, Carlos. Su infancia, “de pequeño era feito, aunque después se convertiría en un guapo mocetón”, trascurrió plácidamente en el barrio madrileño de Argüelles, en un hogar típico de la derecha española de esos años, con un piso grande sin ostentaciones en el centro de Madrid. Estudió el bachillerato en los Sagrados Corazones. Ya desde pequeño le gustaba practicar el deporte del balompié, jugaba en la demarcación de guardameta, pero su familia se opuso a que por el deporte abandonara sus estudios y eligió la carrera de Derecho, que empezó en el CEU de Madrid y casi terminó en la Universidad de Murcia, ya que le quedó colgada una asignatura, Derecho Internacional Privado, que hasta hace tan sólo una década no la aprobó. Su padre siempre deseó que su hijo siguiera la carrera de diplomático, ya que esa era su gran ilusión, pero finalmente Julito terminó como cantante, una profesión que empezó a convencerle como futuro cuando estuvo meses y meses en cama tras su accidente de coche que le produjo una tumoración y una paraplejía parcial. En la vida de Julio Iglesias, la imagen de su padre siempre ha tenido una importancia trascendental, mientras que para su hermano Carlos la tenía su madre.