«Diana, no bajes allí»
Todo aconteció con normalidad hasta que, en un momento dado, Lady Di se dio cuenta de que no había ni rastro de Camila ni tampoco de Charles, una situación que le «perturbó» y que le hizo recorrerse todas las estancias de la casa hasta dar con el paradero de la pareja, a pesar de que hubo quien trató de impedir que Diana se encontrase con semejante realidad. «Sé a lo que me voy a enfrentar e intentaron impedir que bajara» explicó.
Confiesa que le dijeron: «Diana, no bajes allí», a lo que ella respondió: «Solo voy a buscar a mi esposo». Siguió su camino hasta encontrar «un pequeño trío feliz» formado por Charles, Camila y otro hombre. Al ver que solo estaban hablando, decidió sumarse a la velada haciendo como si nada hubiese pasado: «Pensé, está bien, este es tu momento, así que fui, me senté y me uní a la conversación como si fuéramos las mejores amigas y le dije: 'Camila, me encantaría hablar contigo, si es posible'. Ella se puso muy incómoda, agachó la cabeza y dijo: 'Oh, sí, está bien'» añadió.
Continuó su relato confesando que acto seguido se dirigió a los hombres presentes para contarles sus intenciones de hablar rápidamente con Camila y que estos enseguida se marcharon y las dejaron solas. Diana invitó a su «rival» a sentarse y cuando esta aceptó su propuesta, le confesó que era conocedora del romance extramatrimonial que había iniciado con su todavía marido.
«Ella dijo: 'Tienes todo lo que siempre quisiste. Tienes a todos los hombres del mundo enamorados de ti, tienes dos hermosos hijos, ¿qué más quieres?' y yo le dije: 'Quiero a mi esposo'» apostilló. Fue ahí cuando se desató un grave enfrentamiento que provocó las lágrimas a Diana, aunque solo por unas horas. A partir de ahí habló con su marido y le aconsejó que fuese a ver a Camila para que esta le desvelase la conversación que ambas mantuvieron la noche anterior. Sin duda, un episodio más que dejó constancia de la rivalidad existente entre las dos grandes divas de Inglaterra.
Una íntima ceremonia en el ayuntamiento de Windsor con la ausencia de Isabel II
Apenas 28 invitados pudieron vivir en directo el 'Sí, quiero' de Carlos y Camilla, algo absolutamente excepcional en la boda de un príncipe heredero. Ambos estaban divorciados y apenas tres años antes, la iglesia anglicana había cambiado la norma para aceptar los matrimonios de personas divorciadas. Pero la iglesia de Inglaterra llegó al convencimiento de que era mejor un matrimonio civil, de tal manera que se convirtió en el primer miembro de la familia real inglesa en casarse de esta manera. A esa ceremonia civil no asistieron ni Isabel II ni Felipe de Edimburgo.
Después de la ceremonia civil, la novia se cambió de traje y acudieron a un servicio religioso en la capilla de San Jorge y una celebración posterior, en la que sí estuvieron los monarcas acompañados de 800 invitados.
Dos trajes de novia
En cuanto a los atuendos de los novios, el príncipe Carlos lució un impecable chaqué todo el día en lugar del uniforme militar que se puso para su boda con Diana. La novia por su parte recurrió al vestidor en varias ocasiones. Para la ceremonia civil escogió un vestido blanco de Robinson Valentine con un abrigo a juego y una pamela con detalles florales de Philip Treacy. Además, en lugar de ramo llevó una cartera de mano.
Sin embargo el look que todos recordamos es el segundo, el que se puso para la misa. Ahí optó por un vestido largo con un abrigo en tono verdoso con bordados florales de hilo de oro que completó con un recordadísimo tocado de plumas de Philip Treacy y un pequeño ramo de flores. Es así como posó para las fotos oficiales junto a sus suegros, su padre y los cuatro hijos que la pareja tuvo con sus parejas anteriores. Los príncipes William y Harry por parte de él; y Tom y Laura Parker Bowles por su parte.