La Boda de la Reina Sofía - Un Encuentro de Elegancia y Juventud

La reina Sofía reaparece a lo grande en Nueva York: todos los detalles de su viaje

El resultado, a pesar de los esfuerzos, no fue tan exitoso como cabría esperar. El rostro de Sofía siguió hinchado, los ojos se le veían pequeños y muertos de cansancio, y el pelo parecía un casco, vetusto y poco favorecedor. Lo único que alegraba un poco el conjunto era el traje, un precioso vestido de lamé de plata incrustado con encaje de Bruselas. Lo había confeccionado Jean Dessés, un modista egipcio (nació en Alejandría) de ascendencia helena que tenía maison propia en la avenida George V de París y era el diseñador favorito de la reina Federica de Grecia. Sofía completó el atuendo con el mismo velo de encaje de Bruselas que había llevado su madre el día de su boda y una tiara de inspiración helena que habían creado los prestigiosos joyeros berlineses Robert y Louis Koch en 1913 y que se conocía —y se conoce— como “la prusiana”. Básicamente, porque había sido el regalo de bodas que el kaiser Guillermo II y la emperatriz Victoria Augusta hicieron a su única hija, la princesa Victoria Luisa de Prusia, quien a su vez se la regaló a su hija, Federica de Hannover, futura reina de los griegos y madre de Sofía.

Mientras acababan de arreglarla —y se fumaba discretamente un cigarrillo para calmar los nervios—, Sofía debió seguramente de recordar cómo había comenzado su historia con aquel Juanito, como lo llamaba ella. El hijo de los Barcelona, como se le conocía entre la realeza. Lo suyo no había sido ni mucho menos un flechazo: se vieron por primera vez a bordo del crucero Agamenón, un crucero de lujo que la reina Federica organizó en 1954 para las familias reales de Europa y que recorrió durante días los preciosos paisajes de Grecia. Federica quería atraer la atención de la prensa internacional para impulsar el turismo y, de paso, deseaba juntar a la nueva generación de royals europeos, que no habían coincidido demasiado a causa de la guerra y la postguerra. Aunque por entonces Sofía tenía dieciséis años y aún no estaba en “edad de merecer”, como se decía eufemísticamente entonces, su madre ya estaba pensando en una buena boda, por supuesto con un príncipe de esmerado pedigrí. Pero sus planes no iban a salir, ni mucho menos, como esperaba.

Diana de Orleans y la reina Sofía: la rivalidad entre nueras que impidió la boda de la infanta Elena con su primer novio, el duque Eberhard von Württemberg

La familia rea en una imagen de un verano malloquín. / gtres

Silvia Vivas

Antes de Luis Astolfi y las fotos en el Rocío Chico (y de la irrupción de Jaime de Marichalar y su noviazgo insistente), la infanta Elena fue relacionada con uno de los seis hijos de Diana de Francia: Eberhard de Württemberg. Pero la historia entre el hijo de la duquesa de Württemberg y la hija de la reina Sofía no tuvo el final que los periodistas auguraban.

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