La meta: el planeta rojo
Hace décadas que podemos hablar de una carrera espacial que se propone llegar a Marte desde la Luna. Estados Unido puso el primer pie sobre la Luna y tiene en marcha Artemis. Rusia puso al humano en órbita. China tiene ya su propia estación espacial operativa y en 2030 pretende llevar astronautas a la Luna. Cuando en la Tierra se producen tantas guerras, ¿podría haber sido la Estación Espacial Internacional un símbolo de cooperación internacional?
Me gusta que me hagas esa pregunta. Para mí lo es. Probablemente es el mayor logro que ha conseguido el ser humano y se ha logrado a través de la cooperación internacional. Intervinieron Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y toda Europa. Y se ha construido esa maravilla que lleva tantos años en órbita. A día de hoy, a pesar de todo lo que está ocurriendo en el mundo, es necesaria esa cooperación para mantenerla en activo hasta 2030.
La gente, los astronautas y los cosmonautas que están en la Estación Espacial Internacional no distinguen de nacionalidades, sino que se ayudan los unos a otros y cumplen con sus deberes para que las misiones respectivas funcionen. Entonces, para mí eso sí que es un símbolo de que, desde allí, igual que se ve la tierra sin fronteras, la mentalidad es de cooperación: aquí somos una especie, la especie humana. No somos los americanos, los rusos, los europeos. Somos la humanidad que aboga por traer estos beneficios a la Tierra, al planeta en su conjunto. Me gusta pensar que sí, que es un buen símbolo de ello.
Imagino entonces que te afecta el frenazo en la cooperación internacional espacial, precisamente a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Sí. De hecho, la Agencia Espacial Europea, respondiendo a las demandas y peticiones de los 22 Estados miembro, ha decidido cortar las colaboraciones con Roscosmos [la agencia espacial rusa]. Es decir, que no se van a mandar nuevos proyectos en colaboración con la agencia rusa por la guerra de Ucrania.
Sara García, la primera astronauta española: "Al espacio se va a hacer ciencia para que el mundo vaya mejor"

Doctora en Biología Molecular e investigadora oncológica, Sara García Alonso no se había planteado nunca en serio ser astronauta hasta que leyó en un periódico una oferta de trabajo de la Agencia Espacial Europea (ESA) con este llamativo titular: "Se buscan mujeres para ir a Marte". Consciente de que "las oportunidades para convertirse en astronauta siendo de Europa son muy escasas porque la ESA saca convocatorias cada quince años y solo contrata cuatro o cinco astronautas", decidió tirarse a la piscina y presentarse como candidata. Se animó al comprobar que el perfil que requerían se ajustaba mucho al suyo y al indagar en qué consistía la labor que se desarrollaba en una misión espacial. Fue entonces, con 33 años, que descubrió que ser astronauta era el trabajo de sus sueños. Todo eso lo explicó ayer en un auditorio de Can Ventosa con aforo completo, durante la charla con el divulgador científico ibicenco Jordi Pereyra, organizada por la Agrupació Astronòmica d'Eivissa (AAE) y el Ayuntamiento de Ibiza.
Pero la entrevista con la leonesa seleccionada por la ESA como candidata a astronauta no arrancó ahí. Primero Pereyra le preguntó por su trabajo en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, donde está dirigiendo una línea de investigación que busca desarrollar nuevos fármacos para combatir un tipo concreto de cáncer de pulmón y de páncreas. "¿Cómo es que todavía no existe una cura contra esta enfermedad?", le preguntó el creador del blog ‘Ciencia de sofá’. Ella respondió aclarando primero que "el cáncer no es una sino más de 200 enfermedades muy complejas para las que no hay una sola cura". "Por eso los investigadores buscamos lo que se conoce como medicina personalizada tratando cada caso como si fuera único", explicó esta bióloga molecular que ahora también es astronauta en la reserva de la ESA.
