Escrita por dos mujeres y un hombre
Antes de continuar, un dato curioso: el guion de la película de Stanley Donen, que donde permanece intacta es en la calidad de sus números musicales, pertenece a tres autores, dos mujeres y un hombre Por un lado, a Albert Hackett y su esposa, Frances Goodrich, que escribieron juntos varias películas románticas, musicales y obras de Hollywood desde que se mudaron a la ciudad en los años 20 (incluyendo el clásico navideño It's a Wonderful Life, de Frank Capra). La tercera guionista acreditada es Dorothy Kingsley, una mujer divorciada, hija de un repartidor de periódicos y una actriz de cine mudo, que entró en el negocio tras padecer un caso agudo de anginas: postrada en su cama, escuchó muchas radionovelas y tuvo claro que ella podría escribir historias mejores.
Esta noche. un clásico Siete novias para siete hermanosEra cierto. Kingsley escribió películas como churros, aunque muchas quedasen sin acreditar o fuesen créditos compartidos: es responsable de algunos de los grandes musicales de la MGM (como Kiss Me Kate, basado en La —tampoco muy feminista—fierecilla domada de Shakespeare) y de muchas películas de Debbie Reynolds, Esther Williams o Frank Sinatra. Aunque a día de hoy vuelve a ser sencillo pensar en el cine como una fábrica (con factorías como la Disney-Marvel produciendo series de películas en cadena), el modelo de Hollywood estaba entonces tremendamente organizado y burocratizado: los grandes estudios encargaban guiones pautados a quien estuviese en disposición de escribirlos, cuentos y relatos se empleaban como material para las historias y muchas mujeres, normalmente solteras o divorciadas, pasaban a formar parte invisible de esta cadena de montaje.
Todo para decir que las películas del viejo Hollywood eran, a la vez, un artefacto en el que intervenían las mujeres más de lo que pensamos y un producto automático que reflejaba los códigos conservadores, las inercias de su época y las estructuras de historias que existían antes que ellas: el trabajo del guionista era, en muchas ocasiones, simplemente el de armar una narrativa bien estructurada que resultase satisfactoria (y, sobre todo, entretenida) para una audiencia ávida de entretenimiento cinematográfico. Había momentos de lucidez, sutileza y enorme belleza, pero también una tremenda inercia histórica y comercial que, con alguna contadísima excepción, no permitían a las mujeres salirse del molde.
La leyenda que inspiró Siete novias para siete hermanos
El guion de Siete novias para siete hermanos es una adaptación del relato The Sobbin' Women, de Stephen Vincent Benét, inspirado a su vez por la leyenda romana del Rapto de las sabinas. El título, de hecho, da nombre a una de sus canciones más pegadizas y recordadas, en las que el personaje protagonista, que se llama Adam, como el primer hombre, utiliza este relato para alentar a sus hermanos para que bajen al pueblo y secuestren a sus futuras esposas.
El incidente mitológico, que ha inspirado varias pinturas desde el Renacimiento, habla de un grupo de hombres de Roma que realizaron un secuestro en masa para poblar la región de mujeres: a la cuidad, como el pueblo de montaña en el que viven los personajes de la película, le faltaba población femenina. En la historia, como en la película, las mujeres no son objetos del todo pasivos: ponen condiciones y se abstienen de realizar trabajos domésticos, convirtiéndose en gobernantes de la casa. Más adelante, cuando los hombres se levantaron para ir a recuperar a sus mujeres, estas se encargaron de pacificar el conflicto.
