Los becarios: la gran polémica de Jordi Cruz
A pesar de que siempre ha tratado de mostrarse discreto y comedido ante la opinión pública, no es tarea fácil estar exento de polémicas.
El uno de mayo de 2017, Jordi Cruz se posicionó en el punto de mira cuando un medio digital publicó un reportaje donde mostraba las condiciones en las que vivían los estudiantes en prácticas de los locales del chef.
Todo esto acompañado de unas declaraciones donde el chef defendía que los becarios que trabajaban en los restaurantes no recibían ningún sueldo a cambio.
¿La consecuencia? Una campaña en contra de Jordi que incluso llegó a altas esferas políticas y se convirtió en tendencia en redes sociales acompañada de mensajes muy negativos.
Algunos sindicatos llegaron a denunciar los negocios de Cruz para que sufrieran inspecciones. Cabe destacar que a día de hoy no se ha encontrado nada ilegal en los contratos que realiza el chef.
Jordi explicó toda la polémica en una entrevista junto a su migo Risto. Habló de la situación como una "cerda mentira" y afirmó que hizo "mucho daño" a sus seres queridos.
"Llegaron a publicar que había comprado un palacete por tres millones de euros con mi pareja aprovechando toda la polémica de los becarios. ¿Sabes quién vive en ese palacete? Mis estudiantes en prácticas", decía con cierto tono de indignación.
¿Será alguno parecido al de Tamara Falcó?
Ninguno de los vestidos del desfile será igual que el que lleve Tamara en su boda, pero sí apreciaremos ese buen hacer, esa obsesión por lo perfecto, ya sea escogiendo el tejido como dibujando el patrón y cosiendo. "No la conocíamos", dice. "Imagino que ella nos conoció a través de los estilistas. Nosotras lo estamos trabajando como un vestido más, todo lo demás no me afecta". En este mundo 'rosa' hay que saber guardar secretos y contar lo mínimo posible. Forma parte del juego.
Los opuestos se atraen y ellas han demostrado que también funcionan si trabajan en equipo. Sofía Arribas es la mitad creativa, la cabeza de la que surgen las ideas que nos hicieron enamorarnos de la marca y sus diseños. Arquitecta de formación, su estilo da forma a su imaginación, que reza buen gusto, como buena amante del arte y de la estética. En la rueda cromática, ella sería el amarillo y Saioa Goitia su violeta, enfrentadas y complementarias al mismo tiempo. Ella es la mitad más lógica, la parte empresarial que hace posible el proyecto que un día decidieron crear juntas. De este equilibrio surgió Sophie et Voilà, una firma de moda nupcial para novias e invitadas con sello bilbaíno, bajo el objetivo de acompañar a cada una de ellas potenciando su estilo propio.
Sophie et Voilà pone en valor la artesanía con sus piezas únicas, siluetas minimalistas y muy femeninas con detalles especiales, mangas abullonadas, transparencias, plumetti, volantes, tejidos drapeados. Las novias que se decantan por esta firma lo hacen por su exclusividad, además de sus diseños elegantes que van a la par que las nuevas tendencias que surgen en la industria de la moda, siempre siendo fiel a su estilo propio.
Vestidos desmontables
La colección es una belleza, de forma y de estilo. La lluvia es la fuente de inspiración y el punto de partida de una propuesta rotunda, con un claro acento arquitectónico, pero siempre femenina y elegantísima. "Hay muchos vestidos desmontables, para tener un primer momento Lady Di y luego otro más familiar, abrazando a los hermanos o sobrinos". Sofía presume de la versatilidad de los vestidos, que ofrecen varias versiones, pero también de la honestidad con la que están hechos. Hay plumas, pero solo porque se han recogido del suelo; hay corsés, pero no son incómodos ni oprimen; hay pedrería, algo que no suelen utilizar, pero aplicada de forma muy sutil.
La paleta de color también va muy pensada y varía tímidamente del champagne al blanco impoluto. "El tono champagne nos lo piden más para el segundo vestido. Aquí somos más de blanco roto, pero la clienta asiática quiere blanco absoluto, y volúmenes". Y los vemos, pero sin traicionar el espíritu de la casa. "Jugamos con el tul y lo colocamos en sitios inesperados", revela. Vemos largos, muy largos, y otros midi que contrastan con los vestidos cortos, algunos con claras referencias a los años 60. Está también el sastre clásico en blanco, y una versión sin mangas y falda de tul.