–Siguen juntos Cristina y tú.
–Sí, y eso que se lo advertí. Ya amputado le dije: “Mi amor, el Juan Pablo del que tú te enamoraste ahora es otro, así que yo comprendo si no quieres seguir”. Y Cristina, que es una mujer espectacular, me contestó que se quedaba conmigo.
–Durante un tiempo estuve obsesionado, pero ya no. ¿Sabes lo arrecho que es donarle a alguien unas piernas, ayudarlo a que camine otra vez y no esperar nada a cambio, ni las gracias, ni un abrazo? Para mí ha sido una gran lección.
Exhaustiva pesquisa mediante, Juan Pablo escogió ir al IPO, al Instituto de Prótese e Órtese, en Brasil, donde, a lo largo de casi tres meses, de diciembre de 2019 a febrero de 2020, el doctor Fabrício Daniel lo irguió y lo hizo alto y caminante otra vez. El donante pagó los pasajes y la estadía de Juan Pablo y de su mamá, y todos los gastos médicos.
–El 11 de diciembre fue la primera consulta –recuerda Juan–, el 12 me hicieron el encaje de las prótesis y el 13, agarrado de unas barandas, caminé. El doctor Fabrício me dijo: “En todo el tiempo que tengo como médico, nunca había conocido a nadie con una determinación como la tuya, te felicito”. Después vino lo duro: aprender a caminar solo, sin apoyo. Yo le mentaba la madre al doctor, porque me dolía, pero lo logré.
–A mí me estaba pasando con Edwin lo que a Luis Olavarrieta le había pasado conmigo.
Una tragedia en un sistema sanitario debilitado
A su drama se tenía que sumar que el accidente ocurrió en Venezuela, un país sumido en una grave crisis política y económica que cuenta con un sistema de salud muy debilitado.
“No solo teníamos que luchar contra el proceso físico, sino también con el proceso económico. No contábamos con los recursos para pagar toda la cuenta de la clínica, tampoco podíamos costear la prótesis”, recordó.
En el momento del accidente, además, tampoco tenía seguro médico, lo que empeoraba aún más las cosas. “El hecho de pagar 40 días de hospitalización, 16 intervenciones quirúrgicas, clavos, tornillos, placas… todo eso era muy complicado”, dijo poniendo de ejemplo que si su mamá hubiera vendido su negocio y su casa no hubiera sido suficiente para costear todo el tratamiento.
“Esa es la realidad que vive la mayoría del país”, añadió, agradecido por la cantidad de gente que colaboró con donaciones para pagar su recuperación médica.
Juan Pablo Dos Santos
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–¿Cuál es tu meta?
–Retarme, romper mis propias barreras y demostrar que no hay límites. Lo único imposible es lo que no te atreves a intentar. En la medida en que yo pueda ser un ejemplo puedo motivar a los demás. Eso es lo único que me interesa. Un día dejé de preguntarme “por qué” me había pasado lo que me había pasado y empecé a preguntarme “para qué”. Ese día todo cambió para mí.
–Que vi un video de Daniel Habif, el motivador, y fue como si se me ordenara el ajedrez de la cabeza, mi mente hizo clic. Yo había llegado al egoísmo de preguntarme por qué había perdido las dos piernas cuando ni a mi cuñado ni a mi novia les había pasado nada.