Reviviendo Emociones - La Boda de Mi Ex en la Pantalla Grande

Crítica de La boda de mi ex con Keanu Reeves y Winona Ryder

La boda de mi ex

Victor Levin escribe y dirige la comedia ácida La boda de mi ex (Destination Wedding), protagonizada por Keanu Reeves y Winona Ryder. Veamos qué tal aguanta la química entre ambos actores.

Resumiendo mucho, la película trata de cómo dos completos inadaptados, más raros que un perro verde, se encuentran por casualidad y terminan haciendo migas, a pesar de ser dos perfectos petardos de vuelta de todo que han perdido la fe en el amor, en las personas que los rodean e incluso en ellos mismos. Vamos, que son los primeros sorprendidos por encontrar cierta afinidad. Pero, siendo sinceros, lo más divertido es el anticortejo que hay entre ellos durante el 90% de la cinta (y que recuerda, por cierto, a clásicos como Indiana Jones y el templo maldito).

Ellos son Lindsay y Frank, dos solitarios y antipáticos invitados a una boda que comparten las mismas miserias. Obligados a convivir durante un fin de semana odioso en el que tienen que desplazarse para asistir al enlace del ex de ella, se conocen por casualidad en la cola del aeropuerto e inician una diabólica conversación que los atará durante el resto del metraje.

Así las cosas, no les quedará más remedio que compartir su hipocresía en el enlace y en los eventos previos que incluyen la cena de ensayo y los juegos de la mañana previa a la boda en sí, por no hablar de la relación con el resto de los invitados, entre los que se incluye parte de la familia de él.

La boda de mi ex

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Con una puesta en escena extremadamente sobria y unas contadas localizaciones, está claro que el presupuesto de La boda de mi ex se ha ido, en gran parte, en el fichaje de los dos actores, perfectos para sus respectivos papeles. Sí, tanto Keanu Reeves (John Wick: Parabellum), como Wynona Rider (Stranger Things) son insoportables en sus papeles: él es hierático, egoísta, avaro y en apariencia, por completo incapacitado para amar a nadie más allá de sí mismo, con un ego exorbitado; ella es histriónica, enredada en sus constantes tribulaciones y juzgando a los demás de la peor manera posible, con el añadido de que su trabajo consiste en hacer justo lo contrario, velar por la corrección política.

Lo curioso es que, una vez que entras en la película y en la dinámica de estos dos verborreicos personajes, ya no puedes escapar de ella: no solo tienen una gran química (es la cuarta vez que trabajan juntos tras haber coincidido en Drácula de Bram Stoker, A Scanner Darkly y La vida privada de Pippa Lee y son además amigos en la vida real) sino que es fácil verse reflejado en alguna de sus manías y contradicciones, así que al final acabas deseándoles que, de alguna manera, les vaya bien.

La boda de mi ex

Por otra parte, La boda de mi ex consigue, con nota, dar un repaso a todas las convenciones sociales a las que nos sometemos con mayor o menor grado de mansedumbre. ¿Quién no ha ido a una boda por obligación? ¿Quién no ha estado sonriendo como un idiota mientras fantaseaba con asfixiar a los contrayentes con sus propias manos? ¿Quién no ha terminado pasando por el aro, vistiéndose de etiqueta y plegándose a los deseos de los recién casados aunque estuviera deseando salir corriendo?

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