Un ambiente mágico


La cena se sirvió bajo unas grandes carpas tensadas Veleo de color verde bosque, para mimetizarlas con el jardín, decoradas con lámparas de ratán y pequeñas bombillas, sillas de exterior de madera natural y muchísimas velas. Una iluminación, de Cuanto, que transformó el lugar en un bosque mágico bajo la batuta de Ramiro Jofre y su equipo. Los novios hicieron su entrada al son de una de sus canciones preferidas, Walk the Moon, de Shut Up and Dance, y fueron saludando hasta llegar al extremo del comedor.
Tamara reunió a sus hermanos, primos y sobrinos en el día más importante de su vida, protagonizando una excepcional imagen de unión familiar


Ocuparon la gran mesa imperial con espacio para 40 comensales. Al lado de Íñigo, su hermana, Alejandra, y su gran amigo Yago Antón. Y con Tamara, Ana Boyer y el padre Cruz. Frente a ellos, Julio Iglesias, Jr; Alejandra y Jaime Fenwick Onieva, y Luisa Bergel, que presentó a la pareja. Tenían la fachada del palacio iluminada a sus espaldas para poder ver a todos sus seres queridos y amigos sentados entre mesas imperiales y redondas —todas con nombres de sus restaurantes favoritos y a las que se sumaron Chez Tami y Chez Íñigo—.
Beauty look
Para su maquillaje, la marquesa de Griñón confió en el equipo de Sisley París, firma de la que es embajadora, que conoce sus gustos y lo que mejor le sienta. Las claves fueron la naturalidad, la elegancia y la atemporalidad; un maquillaje que huyó de artificios para mostrar a Tamara más radiante que nunca. Juego de volúmenes mate para evitar los brillos —algo más complicado de lo que podría parecer, teniendo en cuenta las temperaturas veraniegas— y un delineado difuminado para conseguir rasgos suavizados y el efecto de una mirada más abierta, elegante y sobria. En las mejillas, tonos rosados para evocar la frescura, y en los labios, el tono más natural. Se trataba de encontrar el equilibro entre el vestido, el maquillaje y el peinado. Un look royal y aristocrático, pero, al mismo tiempo, con el toque contemporáneo y natural de Tamara. El recogido, un sencillo y muy favorecedor moño bajo —realizado por Raquel Álvarez para Sisley—, terminaba de armonizar el conjunto a la vez que daba su protagonismo a la diadema de diamantes de familia.

El segundo vestido, innovador
Y de un vestido majestuoso y clásico para la ceremonia religiosa, a un sorprendente e inesperado diseño para la fiesta posterior a la ceremonia. Diseñado en exclusiva para ella por Wes Gordon, es un modelo palabra de honor con escote corazón y un gran lazo en la parte superior. Confeccionado en organza de seda en color "rubor" -tal y como reveló el director creativo de Carolina Herrera no era blanco- es un traje ligero con estructura columna y numerosos volantes en cascada cortados al bies en la falda.
Un espectacular vestido con el que Tamara estaba si cabe más deslumbrante todavía, que combinó con sandalias metalizadas en color champagne, el pelo recogido en una tirante coleta con raya al medio, y unos impresionantes pendientes largos de Tous.
La luz de los drones


Los momentos de cine no terminaron aquí. De improviso, se apagaron las luces y se mantuvo una total oscuridad en los jardines de palacio durante unos largos instantes que generaron cierta incertidumbre entre los invitados. Entonces, comenzó a sonar la canción A Sky Full of Stars, de Coldplay, y la mirada de todos se dirigió al cielo de El Rincón, que se iluminaba de repente. En la oscuridad de la noche, aparecían 200 drones creando a todo color diferentes formas —desde un corazón hasta el propio palacio—-, las iniciales ‘TF’ e ‘IO’ —Tamara Falcó e Íñigo Onieva— y un claro mensaje, Love is in the air, la canción disco que popularizó el australiano John Paul Young en 1977, que puso fin al espectáculo amenizado con una selección musical. Era el romántico regalo que Íñigo quiso hacer a su ya esposa, con el título de ‘Nosotros’.
Íñigo sorprendió a Tamara con un espectáculo en el cielo en el que 200 drones crearon, a todo color, distintas formas: desde un corazón hasta el propio palacio de El Rincón, incluidas las iniciales de la pareja


Un espectáculo mágico y de última tecnología que confió a la empresa UMILES Drone Light Show, conocida por su aparición en El hormiguero y en otros medios de comunicación. “Quería un desarrollo creativo, que fuera una combinación de figuras geométricas y que, por otro lado, contase parte de su historia”, nos cuentan Antonio Hervás, senior digital marketing manager, y Ernesto Albacete, director comercial. Se trataba de un show completamente personalizado en el que Íñigo se involucró durante todo el proceso creativo —más de tres meses de preparación— porque quería el factor sorpresa en un momento muy concreto y que Tamara (también los invitados) no olvidara jamás el efecto del espectáculo audiovisual. Luces en el cielo y música —también elegida por el novio— en palacio.
Chocolate, dulces. y parrilla

A continuación, la formación londinense Aston Band, la misma que amenizó la cena, tomó el control de la fiesta. La decena de músicos, entre los que se encontraban cuatro cantantes y hasta un saxofonista, propuso una selección mucho más movida para animar a la gente a lanzarse a la pista —de 100 metros cuadrados y enmoquetada en tonos arena y verde agua—, comenzando por interpretar en directo el ya clásico Crazy in Love, de Beyoncé, seguido por el movido Single Ladies de la cantante.
Tamara e Íñigo se mostraron cómplices y entregados durante toda la fiesta, desde el concierto de Aston Band hasta las sesiones de los tres DJ que amenizaron la noche


Los invitados cayeron rendidos ante unos entregadísimos Tamara e Íñigo, que derrocharon química durante toda la celebración y no dejaron de bailar desde el primer tema que sonó, Single ladies, de Beyoncé


