Una cascada con ‘rubor’ de volantes al bies
Como viene siendo habitual en los últimos años, la mayoría de las novias optan por lucir un segundo vestido en su gran día. La marquesa de Griñón también quiso seguir esta costumbre y se cambió de traje para poder disfrutar con total comodidad de la fiesta posterior a la ceremonia. En esta ocasión, Gordon diseñó para Tamara un vestido ligero, con estructura columna, en organza de seda color “rubor” y adornado con volantes en cascada cortados al bies.
Beauty look
Para su maquillaje, la marquesa de Griñón confió en el equipo de Sisley París, firma de la que es embajadora, que conoce sus gustos y lo que mejor le sienta. Las claves fueron la naturalidad, la elegancia y la atemporalidad; un maquillaje que huyó de artificios para mostrar a Tamara más radiante que nunca. Juego de volúmenes mate para evitar los brillos —algo más complicado de lo que podría parecer, teniendo en cuenta las temperaturas veraniegas— y un delineado difuminado para conseguir rasgos suavizados y el efecto de una mirada más abierta, elegante y sobria. En las mejillas, tonos rosados para evocar la frescura, y en los labios, el tono más natural. Se trataba de encontrar el equilibro entre el vestido, el maquillaje y el peinado. Un look royal y aristocrático, pero, al mismo tiempo, con el toque contemporáneo y natural de Tamara. El recogido, un sencillo y muy favorecedor moño bajo —realizado por Raquel Álvarez para Sisley—, terminaba de armonizar el conjunto a la vez que daba su protagonismo a la diadema de diamantes de familia.