Siete novias para siete hermanos
Siete Novias para Siete Hermanos es una película de comedia romántica de 1954. La película sigue a los hermanos Mill, que viven en el oeste de los Estados Unidos en la década de 1850. Tienen siete hermanos entre los que hay cinco solteros, así que deciden que se necesitan siete novias para casarse con ellos. Entonces los hermanos se embarcan en una aventura para encontrar a sus respectivas novias.
Aprendizaje y sororidad
Aunque hoy sería impensable que una película tratase a los protagonistas de buenos, honrados y simpáticos, secuestradores lo cierto es que la obra de Donen les dota de un contexto que, en la época, justificaba en parte sus acciones. Los hermanos Pontipee son siete varones aislados de la sociedad cuyo único recuerdo femenino es el de su madre. Así, su idea de mujer ama de casa viene de su única figura femenina conocida. Adam, como cabeza de familia y responsable de sus seis hermanos pequeños, no busca el amor sino a una mujer que sustituya el papel de madre, cumpliendo las funciones que ellos no saben llevar a cabo, el aseo y la cocina. No podemos condenar a siete montañeros de la época colonial por creer que hombres y mujeres tienen destinados diferentes papeles sociales. Sí podríamos hacerlo si la película guardase menos respeto por unas que por otras, pero no es el caso.
No quieres una esposa, Adam. Tan sólo una cocinera y lavandera. Una fregona. Y una fregona tiene derecho a cama propia.
Para agradar a una chica, debéis aprender a hablarle. Os enseñaré, yo soy la chica, estamos al salir del templo. Os quitáis el sombrero ¿Qué pasa, Caleb?
Es que hoy no me he peinado.
Luego, decís algo bonito. Venga, Gedeón, di algo.
Buena noche para cazar el mapache
Milly observará entre lágrimas como el rapto de las jóvenes ideado por Adam ha hecho fracasar su misión. Será ella la postura de la película ante un acto tan atroz y también la encargada de castigar a unos protagonistas que no tardan nada en ver su equivocación. Milly protegerá a las otras seis mujeres con autoridad y dejará durante todo el invierno a los hombres aislados en el granero, protegiendo a sus compañeras en la casa principal. No será hasta que estas manifiesten un repetido deseo de ver a los hermanos cuando Milly permitirá que compartan tiempo junto a ellos. Mientras, les solicitará que dejen sus problemas a un lado y la ayuden con su embarazo. Las chicas no dudaran en dejar a un lado sus pensamientos amorosos para ayudar a Milly con sus tareas mientras dure su estado de gestación.
¿Es 'Siete novias para siete hermanos' un musical machista?
Por NOAH BENALAL
¿Por qué disfrutamos tanto del cine clásico? Cada espectador tiene una respuesta, pero estas son algunas de las posibles: nos gusta porque colorea los recuerdos de nuestra infancia, o porque simplifica las complejas situaciones de la vida. Nos gusta porque nos muestra estrellas hermosas que dejaron de brillar hace tiempo, tan inalcanzables y distintas que no es posible encontrarlas en otro lugar. Nos gusta porque nos traslada a otra época que no vivimos ignorando las tensiones e injusticias que, igual que marcan la nuestra, marcaron aquella. Nos gusta por el humor, el espectáculo, la simplicidad moral o la complejidad técnica. Nos gusta porque, en el fondo, sentimos que ya no nos retrata, no es un espejo que sea incómodo mirar.
Aunque la frase "esta película ya no podría hacerse" suele emplearse con connotaciones negativas (señalando un nuevo puritanismo fantasma, una suerte de censura), en realidad es la constatación de un proceso natural: las sociedades evolucionan y superan sus sesgos y lugares comunes, o al menos deberían. Hechos como que en el cine todos los personajes sean blancos o las mujeres existian solo para recibir un castigo, una orden o un trabajo moral o doméstico empiezan a cuestionarse y surgen nuevas conversaciones sobre esas películas que nos representan de manera simple u obsoleta.
Siete novias para siete hermanos ejemplifica, quizá mejor que ningún otro musical, esta ambivalencia: su premisa es a todas luces patriarcal, sus personajes están altamente estereotipados y, aunque seguimos disfrutando de muchos de sus aspectos (la banda sonora ganadora de un Oscar, las grandes coreografías, el inocente sentido del humor o el carácter con el que Milly, interpretada por una fabulosa Jane Powell, reprende al rudo y bobalicón Adam), su caricatura pertenece claramente a otro tiempo. Es cierto que hoy no recibiríamos con los brazos abiertos una película que trata sobre un rapto jovial. eso no es mala señal.