El Encanto de la Boda de Teddy y Silvia - Un Amor Que Trasciende

Sin rencor

"Aunque nunca da nombres, sabe que hubo una especie de confabulación contra él y contra el sistema de la SGAE porque había en juego mucho dinero. La prueba es que, al día siguiente de defenestrarle, se echó atrás la Ley Sinde y se acabó con el canon digital, lo que provocó que los autores perdieran mucho dinero, y que las tecnológicas ganasen mucho más de lo que ganaban", explica Lapuente, que destaca la soledad a la que tuvo que enfrentarse el artista durante esos largos años de proceso judicial. "Salvo algunas personas, como Fernando Arrabal o Juan Fernando López Aguilar, que le llegó a llamar para darle su apoyo, se sintió abandonado por músicos y políticos, tanto del PSOE como del PP".

Teddy Bautista, con camisa azul, saliendo en 2011 de la Audiencia Nacional tras ser puesto en libertad con cargos y sin fianza por el juez Pablo Ruz.

"En la mayoría de los países avanzados, quien defiende los derechos de autor es el Estado porque se está preservando un bien que es parte del acervo cultural del país. Por eso yo defendía, y no siempre con el acuerdo de todos mis compañeros, un modelo como el francés que no es partisano, sino que considera la cultura como cuestión de Estado. Esto supone que los creadores tienen la libertad y el derecho de militar y pensar como quieran, pero las instituciones no. La SGAE tenía que llevarse bien con quien tuviera la responsabilidad de gestionar la red pública y, mientras nos dieron chance, estuvimos colaborando con lo que luego se llamó la Marca España. Sin embargo, cuando apareció el mundo digital y la idea de que la cultura debía ser gratuita, todo eso cambió", explica Bautista, que sigue siendo tajante en ese aspecto: "La cultura podría ser gratuita si también lo fuera la alimentación, la educación, la sanidad y la vivienda. Si todo eso es un bien público, que lo sea la cultura, pero si un autor tiene que hacer frente a una serie de gastos para mantenerse él o criar a sus hijos, no puede ser así", concluye Bautista que, a pesar de todo lo pasado, no guarda rencor.

La Audiencia Nacional absuelve a Teddy Bautista y otros 9 acusados del caso Saga

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La Audiencia Nacional ha absuelto al expresidente de la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE) Eduardo Teddy Bautista y a otros nueve acusados por presuntos delitos de apropiación indebida y administración desleal, entre otros, en relación con el desvío de fondos de la entidad en el llamado caso Saga. La Fiscalía pedía penas que oscilaban entre 12 años y medio y dos años de prisión.

Inmersión absoluta en la SGAE

En 1995, ya era presidente del Consejo de Dirección. Entre las inquietudes de Bautista en aquella década se encontraba «la evolución de los soportes digitales, y las dificultades para el tradicional cobro de derechos de autor. Realmente —admite Javier—, Eduardo Bautista fue un visionario en el tema cibernético. Se adelantó a todos». Aunque también reconoce que en el escándalo de la sDae (Sociedad Digital de Autores y Editores), ahora en los tribunales, era clamoroso cómo «se inflamaban los precios».

Pero más allá del caso judicial abierto ahora, este antiguo colaborador de Bautista aporta algunas líneas sobre su personalidad, que tilda de «rara». «Es géminis y como sucede con este signo nunca sabes si vienen o van». Hombre de «largos silencios, era difícil hilvanar» una conversación con él, asegura.

Entre los grandes defectos de Teddy, Javier señala la «prepotencia, la de aquel que se siente impune», que en su opinión esconde «un carácter débil, por lo que tiene la necesidad constante de demostrar su poder, de controlarlo absolutamente todo», lo que ha provocado que la gente que le rodea, tanto en la entidad como en su círculo más cercano, viva «en un clima de terror».

En cuanto a las claves que han desencadenado este escándalo económico —«no es la única trama a investigar, hay mucho más», advierte—, para él están claras: «Teddy Bautista se ha rodeado durante años de una camarilla de personajes mediocres, que no le discutan, pues la gente de nivel no le podía soportar». También cree que ha generado «proyectos gigantescos, como Arteria, cuyos problemas no ha sabido resolver. Le ha cegado la ambición y se ha llegado a creer que está por encima del bien y del mal». Una sensación que se ha acrecentado durante los últimos años en los que Bautista «levitaba, no tocaba el suelo, estaba fuera de la realidad».

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