La confianza le pasó factura
Tras haber estado más de una década investigando el comportamiento de los osos, fue perdiendo el temor hacía ellos y cada vez se acercaba más para poder registrarlos. Según dicen algunos documentales, empezó a irrespetar el espacio de seguridad.
Timothy los rastreaba para acercarse a ellos y tocarlos. Consideraba que había lograba conectar e interaccionar con ellos.
Algunas personas que lo conocían y que trabajabaron con él aseguraban que Timothy actuaba como si los osos fueran personas disfrazadas y no animales salvajes. Su hipersensibilidad hacia la naturaleza lo hacía llorar cuando encontraba a algún animal muerto, le hablaba a los cadáveres, los acariciaba y dedicaba sentidas palabras, que eran grabadas por su cámara.
Cuando le preguntaban cómo se animaba a convivir con animales salvajes, simplemente respondía: "Ellos son incomprendidos". Al ser consultado sobre qué haría en caso de ser atacado por uno de ellos, reiteraba: "Nunca mataría a un oso en defensa propia".
“Los osos salvaron mi vida”
Comenzó a trabajar como camarero y a medida que pasaban los años su adicción al alcohol y las drogas se hizo insostenible hasta que tuvo una sobredosis casi fatal.
En ese momento tuvo una epifanía. Descubrió “la tierra de los osos” y creyó que para ser redimido, debía rehabilitarse.
”Los osos necesitaban a alguien que los cuidara, pero no a alguien que fuera un desastre. Así que les prometí a los osos cuidarlos y que ellos me ayudaran a ser mejor persona. Fueron una inspiración. Pude dejar la bebida. Fue un milagro”, aseguró.
Había encontrado finalmente un consuelo a su vida, pero también una misión y se creía el único capaz de salvar a los grizzly que vivían en la remota Alaska de los cazadores furtivos.
”Moriría por estos animales. Gracias a estos animales tengo una vida, antes no tenía”, se lo escucha decir en una grabación mientras las lágrimas comienzan a aparecer en sus ojos.
Temas Relacionados
Tragedia en Indonesia: turista murió tras caer a un volcán activo cuando intentaba tomarse una foto
Iván Lalinde recuerda a Lina Marulanda con bello mensaje: ‘Siempre en mi mente’
Discutió con su socio, lo mató y lo desmembró para ocultar el cadáver en un barril de aceite
Europa ABRIL 22 DE 2024
Muere bebé de 15 meses tras ser atacado por dos pitbulls en Italia
Treadwell llevaba más de 13 años dedicando su vida al cuidado y preservación de la vida silvestre, en especial la de este animal, que finalmente terminó con su vida. Los "amaba", como confesó en numerosas ocasiones. Sentía que su objetivo en la vida era protegerlos y por eso decidió cohabitar junto a ellos en estado salvaje.
Amo a los osos con todo mi corazón. Los protegeré y moriré por ellos
Durante su vida como ecologista registró absolutamente todos los movimientos que estos ejemplares realizaban en la reserva natural, sus movimientos, hábitat, búsqueda de comida, hibernación y hasta peleas.
"Mírenme cuánto amo a los osos, cómo los respeto, cómo soy uno de ellos", decía frente a la cámara, en un presunto trastorno de la personalidad, el que Timothy verdaderamente se sentía un oso más.
Creía que conocía a cada ejemplar, que entendían sus sentimientos y que eran sus amigos. Gran parte de las imágenes que grabó fueron utilizadas por el director Werner Herzog, quien en 2005 lanzó un documental sobre su vida llamado Grizzly Man.
"Hay momentos en que mi vida está al borde de la muerte. Estos osos pueden morder y matar. Y si soy débil, pierdo. Amo a los osos con todo mi corazón. Los protegeré y moriré por ellos. Pero no moriré por sus garras y patas. Lucharé y seré fuerte. Yo seré uno de ellos. Seré el amo", llegó a decir el conservacionista en uno de sus tantos momentos en los que sentía que tenía el control de lo que sucedía.
Timothy incluso grabó videos de él jugando con las crías de los osos

Timothy y su novia lograron fotografiarse jugando con las crías de los osos.
Timothy consideraba a los osos como sus amigos y, según él, sabía perfectamente cómo confrontarlos para que no lo atacaran.
Timothy treadwell y su novia video

Willy Fulton Amie Lynn Huguenard was Timothy Treadwell’s constant companion on his final three trips to visit the grizzly bears in Alaska’s Katmai National Park.
The film became one of Herzog’s most highly regarded works for its laser focus on Treadwell, an environmentalist with a troubled past who spent his summers with the bears of Alaska’s Katmai National Park. His eventual death in their jaws was something which surprised no one, least of all himself.
In the years since their fate came to light, much of the conversation around them has ignored Huguenard, but hers is a tragic cautionary tale and one of promise cut short.
