Un candidato alternativo muy bien posicionado
El hijo del Infante Jaime de Borbón y Emmanuella Dampierre era a su vez el nieto mayor del Rey Alfonso XIII, pero por nacimiento estaba excluido de la Línea de Sucesión al Trono Español: su padre había renunciado a sus derechos dinásticos en 1933 tanto para él como para sus descendientes. Sin embargo, las leyes de la Monarquía Hispánica no coincidían con las leyes de Franco, por lo que éste lo consideró desde el primer momento un candidato susceptible de sucederle a su muerte.
Alfonso de Borbón posando en su residencia de Madrid
Una opción que cobró fuerza cuando en 1947 el dictador proclamó la Ley de Sucesión según la cual " para ejercer la Jefatura del Estado como Rey se requerirá ser varón y español, haber cumplido la edad de 30 años y profesar la religión católica ". Unos requisitos que Alfonso de Borbón llegaría a cumplir pasado el tiempo, al igual que su primo Juan Carlos de Borbón. A la luz de los acontecimientos, está claro hacia qué lado se inclinó finalmente la balanza. No obstante, el hijo del Infante Don Jaime no censaría nunca en su empeño de llegar a Rey y encontraría una posible vía a principios de los años 70.
Por aquel entonces Alfonso era el Embajador de España en Suecia y decidió ejercer de anfitrión a los Marqueses de Villaverde durante una visita que éstos realizaron al país escandinavo. Cristóbal Martínez-Bordiú y Carmen Franco no iban solos, si no que con ellos viajaba también su hija mayor : Carmen Martínez-Bordiú. La nieta mayor de Franco tenía por aquel entonces 20 años, mientras que el embajador 33. Aún así, este último no pudo evitar enamorarse de ella. Tal y como contaría posteriormente en sus memorias: " De pronto, en la noche polar, la vi aparecer como un rayo de sol español ".
El libro que arrasa María Fernández-Miranda, autora de El enigma Balenciaga: «Sonsoles de Icaza fue la influencer de su época; las aristócratas imitaban su vestuario»
Imagen de Cirstobal Balenciaga, uno de los pocos retratos sobre el maestro de la costura. / getty images
A mediados del siglo XX, cuando a España todavía le quedaban unas décadas para abrazar la democracia y Europa se reponía de la II Guerra Mundial, había un hombre que en su cartera de clientas tenía nombres como Ava Gardner, Jackie Kennedy, la duquesa de Windsor, Wallis Simpson, o la Princesa de Mónaco, Grace Kelly. Un hombre que, cuando nació en Guetaria (Guipúzcoa), era el tercer hijo de José Balenciaga, pescador, y Martina Eizaguirre, costurera, y fue bautizado con el nombre de Cristóbal.
Por qué alguien que se quedó huérfano de padre a los 11 años se convirtió en una de las figuras más relevantes de la alta costura de la época, y uno de los modistos españoles más importantes de nuestro país, es una de las incógnitas que trata de resolver en El Enigma Balenciaga (Plaza & Janés) la periodista y escritora María Fernández-Miranda.