El legado de Balenciaga en Madrid
También aparece en los archivos de el NODO, en este caso en color. Un documento imprescindible para acercarse mejor a la obra de Balenciaga. La voz en off señala el homenaje y cariño que se le demuestra al modisto con esta exposición y se pone en valor, algo curioso para aquellos años, el hecho de que sus vestidos estén en los museos, remarcando ese aire académico que se dio al legado de Cristóbal Balenciaga tras su muerte.
NOVIA A LA FUGA Así fue la boda de Carmen Martínez-Bordiú y Alfonso de Borbón: vestido de Balenciaga, royals de segunda y un matrimonio sin amor que fracasó
El padrino de la boda de Carmen Martínez Bordiú y Alfonso de Borbón fue Francisco Franco, abuelo de la novia (era su nieta mayor, su «ojito derecho» y la primera en casarse), y la madrina, Emmanuela Dampierre, madre del novio. Fue un gran acontecimiento social, privado y familiar, pero organizado con el protocolo de una boda de Estado.
Aquel 8 de marzo de 1972 congregó a la familia, a ministros, empresarios y aristócratas en la capilla del Palacio de El Pardo. Alfonso de Borbón Dampierre, era hijo mayor del infante don Jaime, nieto del rey Alfonso XIII y primo carnal del entonces príncipe Juan Carlos.
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Es, insistimos, un gran desconocido, aunque los cronistas de moda hayan repetido su nombre en las últimas décadas. Vestir "un Balenciaga" significaba ser poseedora de un modelo singular, único para las mujeres de elevada posición que pudieran permitírselo. Extraordinarios eran los trajes de novia, como el que luciera la nieta de Franco, María del Carmen Martínez-Bordiú cuando se casó con Alfonso de Borbón el 8 de mayo de 1972, que Balenciaga realizó aun estando ya jubilado, porque así se lo pidió una de sus más asiduas clientes: doña Carmen Polo, esposa del dictador, abuela de la novia.
Cristóbal Balenciaga Eizaguirre nació en el 21 de enero de 1895, en un modesto hogar cuyo padre era pescador y la madre costurera. Su progenitor, José, murió en el mar cuando aquel contaba once años. Con doce dejó la escuela y se puso a coser junto a Martina, su madre. Ya en su juventud abrió tienda en San Sebastián, ayudado por la marquesa de Casa Torres, abuela de quien fue reina de los belgas, Fabiola de Mora y Aragón. Transcurría 1919. Le fue bien, abriendo un par de talleres más en Madrid y Barcelona. La guerra civil acabó con aquellos negocios. Puesto que sus ideas eran republicanas, en 1937 prefirió autoexiliarse en París y allí, montó su primera casa de modas en la mismísima avenida de George V, con la ayuda económica de un importante socio, su paisano, el ingeniero Nicolás Bizcarrondo, que al firmar el contrato se quedó con el setenta y cinco por ciento de las futuras ganancias. Un tierno detalle es que se había llevado de Guetaria la vieja máquina de coser de su adorada madre, que conservó hasta su muerte.
Así fue la historia de (poco) amor de Carmen Martínez-Bordiú y Alfonso de Borbón
Carmen Martínez Bordiú, Alfonso de Borbón y Francisco Franco. / DR
Ocho meses después de la boda nació su primer hijo, Francisco de Asís. La pareja regresó de Suecia y se instaló en Madrid. En 1974, nació su segundo hijo, Luis Alfonso. Pero Carmen se sintió igual de encerrada que cuando era adolescente.
El legado de un mito
Era el primer documental de la noche. Su protagonista, Cristóbal Balenciaga. Un clásico que siempre siempre me ha atraído. Balencigada, el vasco de origen humilde que vio en Paris la consagración de su obra.
En 1936, con el inicio de la Guerra Civil en España, fijó su residencia en París, en la Avenue George V, en el nº 10, donde estaba su nueva tienda tras cerrar las españolas. En 1937, viviendo ya y siendo amigo de Chanel, Lanvin.
Balenciaga, Chanel y Dior, eran los más grandes en los años '40, quienes marcaban la moda y la alta costura.
Coqueline Courrèges, diseñadora, "los tres eran modistos, pero Chanel tenía una concepción del cuerpo, porque los llevaba ella, y Balenciaga en cambio diseñaba pensando en una concepción de volumen. Las mujeres no podían ni sentarse".
Dior, con el New Look, diseñaba de nuevo para disfrutar del ansia de vivir, quiso recuperar la alegría anterior a la guerra con sus diseños. Su moda era la exaltación de la sensualidad tras los duros años de austeridad. Su éxito fue arrollador. Balenciaga, en cambio, era el revolucionario tranquilo: tejido, técnica de corte y cuerpo femenino eran los pilares del español. Todo perfecto.
Las mujeres se pasaron a los diseños de Dior, y eso afectó profundamente a Cristóbal Balenciaga. Ese cambio duró 10 años, pero volvieron a Balenciaga, quien seguía paso a paso, firme, con una elegancia constante. Los cambios de la moda de Dior no atraparon a todas las mujeres, se cansaron.
Balenciaga estaba obsesionado por la perfección, muy austero en su vida. Todo era reglado. Fernando Martínez, Ramón Esparza y Gerard Chueca (secretario personal de Balenciaga) fueron sus tres colaboradores más cercanos. Un detalle cuenta Chueca, "si algo no le gustaba de un traje, era capaz de deshacerlo entero".