Sin equipaje y con un invitado inesperado
La mayoría de los setenta asistentes a la boda llegaron días antes a Santorini para poder explorar sus rincones más atractivos, sus playas paradisíacas y sus pintorescos pueblos. Pero muchos de ellos se encontraron con una incómoda sorpresa nada más aterrizar: su equipaje se había extraviado. Superada la angustia inicial y sin dejarse dominar por la impaciencia, mientras los novios ultimaban los detalles y los preparativos de la fiesta de bienvenida, los invitados aprovecharon el tiempo libre para disfrutar de los múltiples encantos de la isla, a la que finalmente, las maletas llegaron a tiempo.
Sin embargo, la mañana de la boda, María José y Jordi se encontraron con un invitado inesperado: Meltemi. La pareja había alquilado una fabulosa villa sobre una colina para su estancia, la ceremonia de la boda y la celebración posterior. Pero el temido Meltemi, el intenso viento seco y persistente que sopla en el archipiélago de las Cícladas, hizo su entrada en escena y trastocó los planes de llevar a cabo allí la cena. Esa misma mañana, pudieron encontrar otro escenario idílico para la celebración, también al borde del mar y sin el temor de salir volando.
Entre lágrimas de emoción, muchas risas, aplausos y algún que otro “olé”, la modelo y el padre de su hijo se prometieron amor eterno ante una espectacular puesta de sol, con el Egeo a sus pies, y en una ceremonia simbólica. Una de las tres hermanas de la novia, Carmen, actuó como oficiante, puesto que la pareja ya había contraído matrimonio previamente, en Coria del Río, localidad natal de la novia.
Así es Alejandra Salinas, mujer de José María Michavila
La mujer de Michavila habla seis idiomas (ruso, alemán, inglés, francés, español y catalán). Ha vivido en Londres, Milán y París y se dedicó, durante tres años, a ser modelo internacional gracias a su belleza, figura y su 1,80 metros de estatura.
Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas y ha trabajado en Merrill Lynch y en el área de Marketing desde el año 2000 en BlackRock, una empresa de gestión de inversiones estadounidense, con sede central en Nueva York, considerada como la mayor empresa de gestión de activos del mundo. Sin embargo, hace poco decidió dejar esta vida y centrarse en labores solidarias, trabaja en una ONG y canta, o al menos hasta hace poco, en el coro de la iglesia de San Andrés Apóstol, lugar donde se conoció la pareja.
A su boda con Diego Mora-Figueroa, marqués de Saavedra, hijo del ex embajador de España en Londres, Santiago de Mora Figueroa, marqués de Tamarón, celebrada en 2002, acudió como testigo el rey Felipe VI, que entonces era príncipe de Asturias.
El monarca tenía una estrecha relación con la familia del novio y entró en la iglesia de la Santa Cruz del brazo de una de las hermanas de la novia, según recogió ‘ABC’ en sus páginas. Después el banquete de la boda se celebró en la Casa de Salinas de Sevilla, propiedad de su familia.
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